¿Por qué no progresamos?

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Publicado en Opinión

¿Por qué no progresamos?

Jueves, 29 Agosto 2024 00:20 Escrito por 
Juan Carlos Núñez Armas Juan Carlos Núñez Armas Palabras al viento

Gerardo Esquivel, economista, exfuncionario del Banco de México, asesor de López Obrador y columnista en el diario Milenio tituló su colaboración del lunes pasado ¿En verdad se requiere empezar así?, y analiza una serie de parámetros económicos como la volatilidad del peso mexicano, que después de la elección se ha depreciado más del 12%, la bolsa mexicana cuyo índice bajó10% respecto a su nivel máximo del año, la deuda y su crecimiento que son un riesgo para la economía y la reacción de las calificadoras que se aprestan a revisar el deteriorado escenario económico al final del gobierno actual.

Mi reflexión sobre la economía es que está en su peor momento, especialmente en un cambio de gobierno que no enfrenta un fenómeno externo que le afecte, es sólo el mal manejo interno que este gobierno ha tenido y, al parecer, lo peor está por venir. Una causa de que hayamos llegado a este punto, no tengo duda, es la indiferencia de un pueblo que prefiere estar más atento a un espectáculo televisivo que a su entorno económico y por ende su futuro y el de su familia en el próximo sexenio y en las próximas décadas. Quiero mencionar, porque no deja de sorprenderme, el fenómeno comunicacional que representa el programa llamado La casa de los famosos que se ha convertido en el más visto en la historia de México, tan sólo el domingo pasado se registraron más de 35 millones de votos del público (auditado por terceros), quizá un poco más que los obtenidos por Claudia en la elección del 2 de junio, cuyo partido (y su gobierno) invirtió miles de millones de pesos, legal e ilegalmente, para promover su candidatura. La cifra, además, es casi igual al número de mexicanos que no votaron. Dado que no sé mucho de estos temas televisivos, en parte porque hace años que no veo televisión abierta, prefiero no opinar más.

Regresemos a nuestro tema. El economista Macario Schettino señala que la economía empezó a estancarse unos meses antes de la llegada de López al poder (cuando, por un capricho personal, canceló el aeropuerto que se construía en Texcoco), y desde luego en el periodo de la pandemia (terriblemente mal gestionado desde el gobierno) que termina en 2022. Dada la indiferencia del gobierno, diversos sectores productivos sufrieron para recuperarse. El comercio internacional es un ejemplo. El Índice General de la Actividad Económica (IGAE), un indicador que mide la economía mes a mes, registra que este comercio se había deteriorado desde antes de 2020, pero con la pandemia se cayó aún peor. De ahí, nos dice Schettino, la expresión presidencial de que la pandemia le “cayo como anillo al dedo” porque a partir de ese momento se dedicó a echarle la culpa del mal desempeño de su gobierno.

Durante 2022 la economía llegó a crecer al 4% por el rebote de la caída de 8.2% (sólo en 2020). Sin embargo, el Producto Interno Bruto (PIB) durante el segundo trimestre de este año no llegó ni al 1% y el crecimiento anual promedio de este sexenio sólo llegará al 0.77%, es decir, vivimos el peor crecimiento económico sexenal en muchos años. A pesar de eso, Morena y aliados obtuvieron casi 36 millones de votos, tal vez de votantes capturados por la narrativa presidencial y otros en la indiferencia de no participar.

Para dar respuesta a la pregunta del título de esta publicación, en el libro Por qué fracasan los países, Daron Acemoglu y James A. Robinson, nos dice que en la historia han existido diversos argumentos para justificar el fracaso de los países. Por ejemplo, Montesquieu en el siglo XVIII decía que las poblaciones que viven en áreas más calurosas y tropicales eran más inactivas que los obreros más laboriosos en climas más templados. Max Weber decía que el porcentaje de industrialización que Europa observaba era motivado por la ética del trabajo protestante. Otra hipótesis aludía a la falta de conocimiento sobre estrategias que potenciarían el progreso económico.

Acemoglu y Robinson establecen como su principal argumento que la gran diferencia la hacen las instituciones políticas y económicas de un país que abarcan las leyes, la propiedad, le eficiencia del servicio público y el acceso al financiamiento público. Los autores dividen las instituciones en inclusivas y extractivas. Las inclusivas son las que incentivan el éxito económico y se proyectan para promover la participación en la actividad económica y fortalecer la libertad; tienen una representación política plural, los gobernantes comparten el poder político y la clave es garantizar el respeto (y la existencia) del estado de derecho. Cuando esto no sucede se considera que estamos ante instituciones extractivas, aquellas que recaudan dinero de los grupos sociales mayoritarios en beneficio de grupos minoritarios dentro de la misma sociedad, que son sus “socios”, en México les llamamos “capitalistas compadres”.

Esta segunda es, pues, la grave situación que está por (volver a) implementarse en nuestro país. Si bien el capitalismo de compadres tiene su origen en el PRI, diversos cambios institucionales ocurridos a partir de los noventa y hasta 2012 (firma del Pacto por México) habían logrado atemperar la situación y movernos hacia cierta modernidad económica de respeto a la ley, vamos, al estado de derecho. En 2018 empezó la caída de la economía, por las malas decisiones del gobierno y la indiferencia ciudadana. Tenemos en puerta una serie de medidas que ahondarán aún más la falta del estado de derecho. La destrucción del poder Judicial para someterlo a la voluntad del titular del Ejecutivo, lo mismo que la (patente) sumisión del poder Legislativo.  El pronóstico no es nada halagüeño con un sistema judicial destruido y un poder Legislativo sometido y conformado con la ilegal sobrerrepresentación, la economía entrará en un deterioro mayor porque estará sometida a la voluntad (a los caprichos) de un solo hombre.  Se acabará el respeto a la ley (el poco que había) y eso explicaría la preocupación de los inversionistas, de las calificadoras y de los gobiernos norteamericano y canadiense, nuestros principales socios comerciales.

Lamentablemente, muchos ciudadanos entre su ignorancia e indiferencia preferirán seguir en el reality show de las mañaneras, ahora con rostro de mujer, que fomentar el pensamiento crítico informado. La única vacuna válida, a manera de milagro, es informarse y actuar por defender instituciones inclusivas y generar la semilla del crecimiento económico y hasta del desarrollo personal.

*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.

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Juan Carlos Núñez

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