No conformes con haber llevado a cabo una perversa y fallida elección del Poder Judicial el pasado primero de junio, como era de esperarse, Morena y su rémora del Partido Verde (mejor conocidos últimamente como los kiwis), que cada día se hunden más y sólo conservan de su ideología la conservación del medio ambiente, son hoy en día una copia de los guindas, porque a todo lo que les presentan dicen que sí, por lo que pasarán como un instituto que olvidó su esencia, por la que fue fundado y creado por Jorge González Torres.
Los legisladores guindas y sus cómplices kiwis presentaron el martes pasado, en periodo extraordinario, una iniciativa para eliminar el uso obligatorio de la toga en las audiencias y sesiones de la Suprema Corte de la Nación. Dichos senadores argumentaron absurdamente que la “nueva época del Máximo Tribunal debe comenzar sin símbolos de lejanía y elitismo que lo caracterizan”. Argumentos por demás absurdos y huecos.
Según los morenistas y verdes, se debe a que el nuevo presidente, el dizque indígena Hugo Aguilar Ortiz, quien fuera aliado del subcomandante Marcos y asesor jurídico en 1996 en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), no usa trajes ni corbatas, ni usará toga.
Y para colmo, los guindas al servicio de AMLO han hecho la odiosa comparación de que Aguilar Ortiz es el “nuevo Benito Juárez”. No soy admirador del Benemérito de las Américas, pero compararlo es una total aberración y falta de respeto de parte de los legisladores del partido en el poder hacia el pastorcillo de ovejas nacido en el pueblo de San Pablo Guelatao el 21 de marzo de 1806.
Solamente utilizará guayaberas de “gala” en las sesiones, debido a que en campaña para ser ministro afirmó que no usaría toga y que modificaría la ley (aduciendo supina ignorancia al respecto), porque él no puede presentar iniciativa alguna y de ninguna índole. “Voy a marcar la diferencia (¿?), y vamos a llevar los trajes de gala de los pueblos y comunidades indígenas”.
Dicha iniciativa propone cambiar el artículo 4° de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que obliga el uso de togas de seda y puños blancos, conforme al decreto emitido en 1941, en la administración del entonces presidente Manuel Ávila Camacho.
“La Corte inicia una nueva época judicial y la inminente llegada a la presidencia del nuevo Máximo Tribunal de un jurista indígena oaxaqueño representa un avance histórico”. La reforma plantea vestir “de manera formal o tradicional, acorde con sus orígenes, costumbres y preferencias”.
Sin lugar a dudas, es una burla más de Morena. Ahora resulta que Hugo Aguilar Ortiz, impuesto por el peor presidente de la historia de nuestro cada día más vapuleado país, Andrés Manuel López Obrador, quien sigue en su maximato (segunda parte), quiere seguir engañando a su “pueblo sabio”.
Por cierto, en Wikipedia ya le pusieron al “flamante” nuevo presidente de la “moderna” y relajada Suprema Corte un currículum con una vasta experiencia como defensor de los pueblos indígenas, que nació el 1° de abril de 1973 en San Agustín Tlacotepec, Oaxaca. Es un abogado y activista mexicano de origen ñuu savi (mixteco). Es un ejemplar defensor de los derechos indígenas.
La realidad es que Hugo Aguilar Ortiz es neófito en materia judicial, porque carece de un ápice de cualquier experiencia o trabajo desempeñado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, situación insólita que solamente pasa en nuestra vapuleada nación. Cargo que ostentará por dos años, porque supuestamente obtuvo seis millones 200 mil de votos en la fallida, manipulada y perversa elección judicial del pasado 1° de junio. Más del 70 por ciento de los sufragios.
“El ejemplar abogado” mixteco es el coordinador general de Derechos Indígenas del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), y su “propuesta para presidir la SCJN está basada en una justicia intercultural que respete y valore la diversidad legal y cultural de México”.
La fallida elección judicial en la que no hubo ni certeza, ni legalidad, ni emisión del voto libre y secreto, fue gracias a la parcialidad con la que actuaron algunos consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE), mal encabezado por la presidente guinda Guadalupe Taddei Zavala.
Así pues, continúa a tambor batiente el despedazamiento de la Suprema Corte de parte de los morenistas y, por lo visto, no tendrá límite alguno. Nada más les falta que también tanto ministros como funcionarios y personal adscrito vayan a laborar sin la toga. Ahora será calzando unos comodísimos huaraches, así como en unos informales pants, unos tenis y gorra (de marca), como dice la dizque líder de Morena, María Luisa Alcalde, para hacer menos protocolario el acceso al recinto judicial y se relajen al interior de los edificios de dicho poder, que próximamente estará bajo las órdenes e indicaciones del Poder Ejecutivo, y, si no, al tiempo.
Seremos testigos de los nueve ministros. Ya tres son conocidas por su impreparación e ignorancia en asuntos jurídicos, como lo han demostrado Loretta Ortiz, Yasmín Esquivel Mossa y Lenia Batres Guadarrama, quienes junto con Hugo Aguilar Ortiz son imposiciones del macuspano López Obrador, quien sigue siendo la mano que mece la cuna y no se cansa de equivocarse, a pesar de saber que su sexenio y mandato acabó el 30 de septiembre de 2024.
Es preciso insistir que la elección de la reforma judicial fue todo un fraude y fracaso, a pesar de aferrarse y señalar que “fue todo un éxito”, como lo señalara el lunes dos de junio Claudia Sheinbaum Pardo. Pues en un espectro de 100 millones de votantes, únicamente sufragaron 13 millones y los votos nulos alcanzaron el 10.38%, superando por más del triple a los de las tres últimas elecciones: en la de Claudia Sheinbaum de 2024 fueron anulados el 2.32%; en la intermedia de 2021 fue del 3.4% y en la presidencial de 2018 la cifra fue del 2.77% de votos nulos.
Sabemos de antemano que el “nuevo Poder Judicial” estará plagado de jueces, magistrados y ministros “non gratos”, porque son empleados de células del crimen organizado, o son abogados sin reputación, o expresidiarios que cometieron delitos graves pero que ya fueron “absueltos” por “buen comportamiento”. Hay otros más que están acusados de violación. Nítido panorama tenemos enfrente los mexicanos con un Poder Judicial sometido y acotado por el Poder Ejecutivo, porque el Legislativo ya lo había sometido AMLO.
Sin dejar de lado que ambas Cámaras (la de Diputados y de Senadores, la gran mayoría) son empleados del tabasqueño, a quien le siguen guardando lealtad total y siguen obedeciendo al pie de la letra todas y cada una de las indicaciones dictadas desde “La Chingada”, su rancho, apreciable lector, no vaya usted a pensar otra cosa, o de Cuba o de Venezuela, países que destacan por su inigualable “democracia”.
Esta farsa judicial deberá ser anulada porque no cubre los estándares internacionales que garanticen la independencia, eficiencia, imparcialidad y transparencia del Poder Judicial, además de que todos los protocolos internacionales fueron violados, de acuerdo con un resumen del dictamen preliminar de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Como bien lo señaló en su momento el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León, la democracia iba a ser asesinada con esta perversa elección a la reforma judicial. Y así fue. Morena es peor que cualquier huracán categoría 5: arrasa y destruye todo lo que ve a su paso y alcance. Lamentable, pero es cierto.