De la autopista de Julio Cortázar al Covid-19

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De la autopista de Julio Cortázar al Covid-19

Martes, 28 Abril 2020 00:06 Escrito por 
De la autopista de Julio Cortázar al Covid-19 Reseñas y sucesos

Como si se tratara de un relato en torno a la reconfiguración de las relaciones humanas durante esta temporada de Covid-19, retomo “La Autopista del Sur”, cuento escrito por Julio Cortázar en 1966 incluido en su libro “Todos los fuegos el fuego”, su insignia dentro de la corriente del realismo mágico.

A través de sus páginas, el autor de “Rayuela” nos sumerge en un viaje que tiene como protagonistas a propietarios identificados por la marca de su automóvil, quienes quedan varados durante meses en un embotellamiento de origen desconocido en la autopista que conduce de Fontainebleau a París. En esta circunstancia, los personajes, cuyos nombres no conocemos, quedan confinados a vivir dentro de sus autos y recrear la vida en comunidad junto con sus vecinos de los otros coches.

Es justo apreciar que nunca quedan varados totalmente. No pierden la esperanza. Después de cada tanto los conductores logran poner en marcha el motor y avanzar unos cuantos metros. Eso, por mínimo que sea, les genera expectativa de que en algún momento lograrán llegar a su destino. En este escenario se recrean una serie de eventos que, a pesar de haber sido narrados hace más de medio siglo, nos permiten suponer una analogía de lo que cada uno vivimos en nuestros hogares a causa de la pandemia.

Veremos cómo a lo largo del cuento los personajes deben lidiar con la muerte, disfrutar los instantes, asimilar los planes frustrados, la normalización de la depresión y la ansiedad, la importancia de la solidaridad, el amor, el liderazgo y una serie de sentimientos y sucesos que nos obligan a reflexionar y preguntarnos: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a ser mejores seres humanos una vez que finalice la contingencia? O ¿Simplemente regresaremos a nuestra cotidianidad, aquella donde reina el individualismo propio de la posmodernidad?

El cuento inicia con una cita de Arrigo Benedetti del “Espresso de Roma” (21 de junio del 1964) que dice, “Los automovilistas acalorados parecen no tener historia… Como realidad un embotellamiento de coches nos impresiona, pero no nos dice gran cosa”. A partir de aquí vale que cada uno interprete la quimera con completa libertad. Personalmente me arriesgo a verter en estas páginas pequeños fragmentos que permiten resumir el relato. En estos episodios los invito a reflexionar detonando preguntas al inicio de los párrafos.

¿Es el estatus social un factor que determina como vivimos esta contingencia? Así lo pinta nuestro autor al ir describiendo a los personajes de acuerdo con la marca de su coche.

“La muchacha del Dauphine. Dos monjas del 2HP. Un hombre pálido del Caravelle. El matrimonio del Peugeot 203 con su niñita. Dos jovencitos del Simca. El Peugeut 404 del ingeniero. El hombre del Taunus delante del Dauphine con 2 hombres y un niño. El matrimonio de ancianos del ID Citroen. El Ariane de la pareja de campesinos. Un Volkswagen con un soldado y una muchacha que parecían recién casados. A lo lejos se vislumbran un Mercedes Benz, un ID, un 4R, un Lancia Skoda, un Morris Minor, un Renault, un Anglia, un Peugeout, un Porsche, un Volvo, entre otros.”

“Al principio de la detención de los conches, la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. El 404 del ingeniero ocupaba el segundo lugar de la pista de la derecha contando desde la franja divisoria de las dos pistas, con lo cual tenía otros cuatro autos a su derecha y siete a su izquierda (una vez detenidos) el ingeniero había decidido no salir de su coche a la espera de que la policía disolviese de alguna manera el embotellamiento.”

“La impresión general era que hasta Corbeil-Essonnes se avanzaría al paso o poco menos, pero entre el Corbeil y Juvisy el ritmo iría acelerándose, una vez que los Helicópteros y los motociclistas lograran quebrar lo peor del embotellamiento.”

¿Cómo hemos asimilando la cancelación de nuestros planes? ¿Qué factores son los que nos generan mayor zozobra? Pensaría que a pesar de que todos contamos con la misma información, la procesamos de distinta manera y eso tiene un efecto en la forma en que entendemos el mismo problema.

“A nadie le cabía duda de que algún accidente muy grave debía haberse producido en la zona, única explicación de una multitud tan increíble. Y con eso el gobierno, el calor, los impuestos, la vialidad, un tópico tras otro, tres metros, otro lugar común, cinco metros, una frase sentenciosa o una maldición contenida.”

“A las dos monjitas del 2HP les hubiera convenido tanto llegar a Milly-la-Foret antes de las ocho, pues llevaban una cesta de hortalizas para la cocinera. Al matrimonio del Peugeot 203 le importaba sobre todo no perder los juegos televisados de las nueve y media. La muchacha del Dauphine le había dicho al ingeniero que le daba lo mismo llegar más tarde a París pero que se quejaba por principio, porque le parecía un atropello someter a millares de personas a un régimen de caravana de camellos.”

¿Qué tan influenciados estamos por las noticias que llegan de otros países? ¿Cómo procesamos esta información? ¿Nos genera tranquilidad, escepticismo o psicosis? ¿Qué influencia tienen las teorías conspirativas en el vox populi? Es inevitable que siempre surjan rumores sobre el origen de los problemas.

“A veces llegaba un extranjero, alguien que se deslizaba entre los autos viniendo desde el otro lado de la pista o desde las filas exteriores de la derecha, y que traía alguna noticia probablemente falsa, repetida de auto en auto a lo largo de calientes kilómetros” (…) Por la tarde se supo del choque de un Floride contra un 2HP cerca del Corbeil: tres muertos y un niño herido. El doble choque de un Fiat 1500 contra un furgón Renault que había aplastado un Austin lleno de turistas ingleses. El vuelco de un autocar de Orly colmado de pasajeros provenientes del avión de Copenhague. El ingeniero estaba seguro de que todo o casi todo era falso.” (…) Asimismo, un hombre con aire de viajante de comercio salió del DKW para contarles que alguien había llegado un rato antes con la noticia de que un Piper Cub (avioneta) se había estrellado en plena autopista dejando por todos lados varios muertos.”

¿Cómo vamos asimilando la monotonía del día a día? ¿Los instantes que pasamos en casa agudizan nuestros sentidos para apreciar los detalles de la cotidianidad?

“Los viajeros subían a sus coches para poder sentir de verdad que la columna se estaba moviendo aunque fuera apenas unos metros. Aunque hubiera que detenerse, arrancar y bruscamente clavar el freno y no salir nunca de la primera velocidad. Experimentar el desencanto insultante de pasar una vez más de la primera al punto muerto, freno de pie, freno de mano, stop; y así otra vez y otra vez y otra.”

“En algún momento una gran mariposa blanca se posó en el parabrisas del Dauphine. La muchacha y el ingeniero admiraron sus alas en la breve y perfecta suspensión de su reposo. La vieron alejarse con una exasperada nostalgia.”

¿La empatía y la solidaridad en tiempos de crisis son naturales a nuestro carácter de humanos? ¿Qué función juega un liderazgo sólido para transmitir tranquilidad a la población en momentos de crisis? ¿Qué tan dispuestos estamos a adaptarnos a los cambios?

“Ya era media noche cuando unas de las monjas le ofreció al ingeniero tímidamente un sándwich de jamón, suponiendo que tendría hambre. El ingeniero lo aceptó por cortesía y pidió permiso para dividirlo con la muchacha del Dauphine, quien aceptó y comió golosamente el sándwich y la tableta de chocolate que le había pasado el viajante del DKW.”

“Cuando la niña volvió a quejarse de sed, al ingeniero se le ocurrió ir a hablar con los campesinos del Ariane seguro de que en ese auto había cantidad de provisiones para paliar la contingencia. Los campesinos se mostraron amables; comprendían que en una situación semejante era necesario ayudarse y pensaban que si alguien se encargaba de dirigir el grupo no se pasarían tantos apremios hasta llegar a París. Al ingeniero le resultó fácil proponer que uno de los ocupantes del Taunus, en el que tenía una confianza instintiva, se encargara de coordinar las actividades (…) A nadie le faltaría comer por el momento, pero era necesario conseguir agua. El jefe pidió al ingeniero, al soldado y a uno de los muchachos que exploraran la zona circundante de la autopista y ofrecieron alimentos a cambio de bebidas a los tripulantes de otros grupos. Taunus, que evidentemente sabía mandar, había calculado que deberían cubrirse las necesidades de un día y medio como máximo poniéndose en la posición menos optimista (…) El viaje sirvió para advertir que más allá de su grupo se estaban constituyendo células con problemas semejantes (…) Con un representante igual en cada grupo.”

¿Estamos preparados para enfrentar una eventual escasez de productos de primera necesidad? ¿Cómo lidiamos con la especulación, las esperanzas y la desilusión? ¿La desinformación u opacidad detonan nuestro desinterés o agravan la psicosis colectiva?

“Nacían hipótesis, se creaba un folklore para luchar contra la inacción. Los niños del Taunus y el 203 se habían hecho amigos, se habían peleado para luego reconciliarse. Sus padres se visitaban y la muchacha del Dauphine iba cada tanto a ver cómo se sentía la anciana del ID y la señora del Beaulieu (…) Taunus había ido en persona a hablar con los jefes de los cuatro o cinco grupos vecinos, después con ayuda del soldado y el hombre del 203, llevó una cantidad de alimentos a los otros grupos, más tarde los tres regresaron con más agua y un poco de vino.”

“Casi todo mundo escuchaba sus radios (…) En algún momento de la noche llegaron extranjeros con más noticias; tan contradictorias como las otras ya olvidadas (…) La idea de una catástrofe natural se propagó hasta el ingeniero, quien se encogió de hombros sin hacer comentarios (…) Finalmente, las radios locales habían suspendido las emisiones noticiosas y sólo el viajante del DKW tenía un aparto de ondas cortas que se empeñaba en transmitir noticias bursátiles.”

“Se empezaba a sentir sed, estaban ya agotadas las botellas de limonada, la coca-cola y hasta los vinos de a bordo (…) Algunos exploraron juntos las filas de la izquierda sin alejarse demasiado; volvieron con algunos bizcochos y los llevaron a la anciana del ID con el tiempo justo para regresar corriendo a sus automóviles bajo el pitido de los bocinas que reclamaban avanzar.”

“Por la mañana se avanzó muy poco pero lo bastante para darles la esperanza de que esa tarde se abriría la ruta hacía París. A las nueve llegó un extranjero con buenas noticias: habían rellenado las grietas de la autopista y pronto se podría circular normalmente. Los muchachos del Simca encendieron la radio y uno de ellos trepó al techo del auto y gritó y cantó. El ingeniero se dijo que la noticia era tan dudosa como las de la víspera, y que el extranjero había aprovechado la alegría del grupo para pedir y obtener una naranja que le dio el matrimonio del Ariane.”

¿Cuál es la importancia de los modelos matemáticos para permitirnos delinear de mejor manera el plan frente a la contingencia? ¿Estamos preparados para enfrentar las crisis simultáneas que vayan apareciendo?

“El ingeniero creyó oír gritos a la distancia y vio un resplandor indistinto. El jefe del otro grupo vino a decirles que treinta autos o más adelante se había iniciado un incendio en un Estafette provocado por alguien que había querido hervir clandestinamente unas legumbres.”

“Los cálculos de Taunus no correspondían ya a la realidad, y lo dijo francamente: por la mañana habría que hacer algo para conseguir más provisiones y bebidas (…) la situación era análoga en todas partes (…) El campesino conocía bien la región y propuso que dos o tres hombres de cada grupo salieran al alba para comprar provisiones en las granjas cercanas, mientras Taunus se ocupaba de designar pilotos para los autos que quedaran sin dueño durante la expedición (…) Además, ocurría ahora que la anciana del ID comenzaba con apremios en su salud. Taunus decidió que el 404 quedaría habilitado permanentemente como ambulancia; los muchachos fabricaron un banderín con una cruz roja y lo fijaron en la antena del auto (…) Por la radio se había hablado de una operación de emergencia para despejar la autopista, pero aparte de un helicóptero que apareció brevemente al anochecer no se vieron otros aprestos.”

¿Estamos preparados para administrar emociones como la desesperación, el hartazgo, el miedo, la perdida de rumbo y la muerte?
“Un hastío sin nombre pesaba sobre ellos al anochecer; se esperaba más del sueño que de las noticias siempre contradictorias o desmentidas.

Taunus les anunció a los otros que el tripulante del Floride acababa de desertar (…) Taunus decidió que uno de los muchachos se haría cargo del auto abandonado para no inmovilizar la columna. (…) Parecía ser la noche de las grandes decisiones. Al ingeniero le pareció oír un quejido, levantó la lona que cubría la ventanilla trasera. A la luz de unas pocas estrellas vio a un metro y medio el eterno parabrisas del Caravelle y detrás, como pegada al vidrio y un poco ladeada, la cara convulsa del hombre, que desde luego se había suicidado tomando algún veneno. Las líneas a lápiz en la agenda bastaban y una carta dirigida a una tal Yvette, alguien que lo había abandonado en Vierzon. (…) Taunus llamó a un consejo de guerra (…) Dejar el cadáver al borde de la autopista significaba someter a los que venían más atrás a una sorpresa por lo menos penosa; llevarlo más lejos, en pleno campo, podía provocar la violenta repulsa de los lugareños, que la noche anterior habían amenazado y golpeado a un muchacho de otro grupo que buscaba de comer. Juntos decidieron que el campesino del Ariane y el viajante del DKW tenían lo necesario para cerrar herméticamente el portaequipajes del Caravelle.”

“Sin que pudiera saberse por qué, la resistencia exterior era total. Bastaba salir al límite de la autopista para que desde cualquier sitio llovieran piedras (…) ya nadie llevaba la cuenta de lo que se había avanzado ese día o esos días.”

“Era difícil reunirse para discutir, porque hacía tanto frío que nadie abandonaba los autos como no fuera por un motivo imperioso (…) Quizá fuera una ciudad pero las nieblas de la mañana no dejaban ver ni a veinte metros. Curiosamente ese día la columna avanzó bastante más, quizá doscientos o trescientos metros. Coincidió con nuevos anuncios en la radio (que casi nadie escuchaba, salvo Taunus que se sentía obligado a mantenerse al corriente). Los locutores hablaban enfáticamente de medidas de excepción que liberarían la autopista y se hacían referencias al agotador trabajo de las cuadrillas camineras y de las fuerzas policiales (…)

La señora del Beaulieu había sufrido de náuseas y vahídos, además, una de las monjas estaba siempre débil y un poco extraviada (…) En la noche los grupos ingresaban en otra vida sigilosa y privada. Las portezuelas se abrían silenciosamente para dejar entrar o salir alguna silueta aterida. Nadie miraba a los demás, los ojos estaban tan ciegos como la sombra misma (…) Algo de felicidad duraba aquí y allá.”

¿Cómo mantendremos viva la esperanza de que al final del camino saldremos adelante y podremos relanzar nuestros planes?

“Después de meses, el frío empezó a ceder, y tras un período de lluvias y vientos que envenenaron los ánimos y aumentaron las dificultades de aprovisionamiento, siguieron días frescos y soleados en que ya era posible salir de los autos, visitarse, reanudar relaciones con los grupos vecinos.

(…) Trepado en el techo del Simca, el alegre vigía tuvo la impresión de que el horizonte había cambiado (era al atardecer, un sol amarillento deslizaba su luz rasante y mezquina).

Taunus ordenó a gritos que volvieran a sus coches. El Beaulieu, el ID, el Fiat 600 y el De Soto arrancaron con un mismo impulso (…) Detrás, el Volkswagen, el Caravelles, el 203 y el Floride arrancaban a su vez lentamente, un trecho en primera velocidad, después la segunda, interminablemente la segunda pero ya sin desembragar como tantas veces, con el pie firme en el acelerador esperando poder pasar a tercera (…) Estirando el brazo izquierdo el 404 buscó la mano de la muchacha del Dauphine, quien recientemente le había comunicado que esperaban un hijo (…) Pensó que iban a llegar a París y que se bañarían, que irían juntos a cualquier lado (…) a comer y beber y que después habría un dormitorio con muebles y un cuarto de baño con espuma de jabón (…) beberían vino blanco antes de besarse y sentirse oler a lavanda y a colonia (…) acariciarse entre las sábanas y amarse entre la espuma y la lavanda y los cepillos antes de empezar a pensar en lo que iban a hacer, en el hijo y los problemas y el futuro, y todo eso siempre que no se detuvieran, que la columna continuara aunque todavía no se pudiese cambiar a la tercer velocidad, seguir en segunda, pero seguir.”

“Todos aceleraban más y más, se podía pasar a tercera sin que el motor penara, y la palanca calzó increíblemente en la tercera y la marcha se hizo suave y se aceleró todavía más. El 404 miró enternecido y deslumbrado a su izquierda buscando los ojos de Dauphine. Era natural que con tantas aceleraciones las filas ya no se mantuvieran paralelas.”

¿Estamos preparados para asimilar los desajustes, los cambios y las rupturas que viviremos después de la contingencia? ¿Realmente seremos mejores seres humanos?

“El grupo se dislocaba, ya no existía, Taunus debía de estar a más de veinte metros adelante (…) Los autos corrían en tercera, adelantándose o perdiendo terreno según el ritmo de su fila, y a los lados de la autopista se veían huir los árboles, algunas casas entre las masas de niebla y el anochecer (…) las agujas de los velocímetros subían cada vez más (…) El 404 había esperado todavía que el avance y el retroceso de las filas le permitiera alcanzar otra vez a Dauphine, pero cada minuto lo iba convenciendo de que era inútil, que el grupo se había disuelto irrevocablemente, que ya no volverían a repetirse los encuentros rutinarios, los mismo rituales, los consejos de guerra, las caricias de Dauphine en la paz de la madrugada, las risas de los niños jugando con sus autos, la imagen de la monja pasando las cunetas del rosario.”

“La columna volvía a ponerse en marcha levemente durante unos minutos y luego como si la autopista estuviera definitivamente libre (…) Se corría a 80 kilómetros por hora hacia las luces que crecían poco a poco, sin que ya se supiera bien por qué tanto apuro, por qué esa carrera en la noche entre autos desconocidos donde nadie sabía nada de los otros, donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia adelante.”

Así termina el cuento, dándonos a entender que tras el extravío vehicular, los personajes no se vuelven a ver y regresan a la individualidad de historias desconocidas. A modo de conclusión, debo responder por qué este cuento me parece relevante frente al mar de información que consumimos todos los días, he de confesar que lo elegí por ser un elemento precursor del “existencialismo” y el “absurdo” que se reflejan en el realismo mágico. De igual manera, me parece práctico invitar a la reflexión a partir de estos escenarios relatados. Dicho de otro modo, a pesar de que estamos conscientes de la existencia de fenómenos como la desinformación, el escepticismo social o los cambios y desajustes que vivenciamos; también tenemos en cuenta que una misma situación se vive de distintas formas, en función de nuestras circunstancias particulares. El cuento nos lleva a imaginar que no es lo mismo quedar atrapados en un embotellamiento dentro de un Porsche que siempre tiene comodidades y víveres para comercializar, a un Volkswagen sin aire acondicionado que retrata lo duro que es pasar un inclemente invierno o un amenazador sol en pleno verano.

Es así como mi única intención es invitarlos a meditar por unos minutos sobre las enseñanzas que nos dejarán las vivencias del Covid-19, no sólo asimilarlo como un trago amargo o una mala experiencia que nos ha tocado presenciar; por el contrario, preguntarnos qué podemos hacer como sociedad para potenciar a nuestro favor las crisis venideras. De aquí la importancia de primero partir de un análisis introspectivo que nos permita identificar qué debemos y estamos dispuestos a mejorar como personas y traducir estos cambios en mejores relaciones sociales dentro de nuestro entorno inmediato, nuestro país y el mundo.

https://www.ingenieria.unam.mx/dcsyhfi/material_didactico/Literatura_Hispanoamericana_Contemporanea/Autores_C/CORTAZAR/autopista.pdf


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Edgar Tinoco González

Reseñas y sucesos