Matices... La danza de las luciérnagas

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Matices... La danza de las luciérnagas

Miércoles, 09 Agosto 2017 04:34 Escrito por 

Si me dices noche de luciérnagas, yo, desde ahora, empiezo a ser feliz. Soy feliz porque me llevan a mi infancia, a esos atajos de felicidad que requerían únicamente que llegara la noche, para dejar fuera los zapatos y danzar en zigzag entre la tierra mojada.

Esta vez fue en Nanacamilpa, en medio de pinos y oyameles, dándole tiempo al silencio para disfrutar los sonidos del bosque y esquivar la ansiedad de los murciélagos, ávidos por devorar luciérnagas. Estamos en Tlaxcala, lugar del pan de maíz, adentrándonos en algún punto del santuario, para detonar las variaciones del barómetro emocional.

El tiempo transcurre sin prisas, más de un centenar de personas nos hemos dado cita en ese sendero, para respirar belleza e intercambiar sonrisas, para disfrutar la oscuridad en cada paso, para quedar pasmados ante los efímeros cortejos luminosos. La luna veraniega se cuela entre las ramas de los árboles, aun así, las luciérnagas se esparcen en un compás silencioso que marca el ritmo de su danza.

Vuelvo a casa, dejo escapar un suspiro al recordar la armonía del paisaje. Escucho aún el sonido de la lechuza, poco a poco retomo conciencia de la realidad y, en algún lugar de mi cabeza, yacen diversas preguntas:

¿Somos conscientes de que cada vez es más común recorrer distancias largas para poder apreciar algo que antes formaba parte de nuestra cotidianidad?

¿Somos conscientes de que el cambio climático ha modificado –e impactará aún más– nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza?

¿Qué acciones personales realizamos que, en agregado, puedan contener el daño que le hemos causado a nuestro hábitat natural?

El cambio climático no es un “cuento chino”, como erróneamente dice Donald Trump. Los expertos insisten en la urgencia de actuar frente al deterioro ambiental, los expertos ofrecen datos duros acerca del aumento de temperaturas y de los efectos del calentamiento global. Este tema pareciera ser un imperativo, tanto para gobiernos, como para instituciones, que deben asumir compromisos ineludibles ante la crisis ambiental.

Hay acuerdos, hay esfuerzos, hay ideas equívocas, hay escépticos, hay detractores. Lo que hace falta, también, es socializar un renovado sentido existencial, mundos de vida y formas de habitar el planeta de manera diferente a como lo hemos venido haciendo. Es cierto que no todos somos igualmente responsables del deterioro físico del planeta; pero también es cierto que ninguna solución es posible si no logramos una conciencia colectiva, si no asumimos que le hemos impuesto a la tierra una demanda desproporcionada para satisfacer nuestros deseos y necesidades.

Sin asumirnos hipsters ¿qué es lo que podemos hacer en el día a día para ser un poco más solidarios con las siguientes generaciones?

 Utilizar menos agua caliente

 Hacer uso del tendedero en lugar de secadora

 Apagar y desconectar los equipos electrónicos que no se estén utilizando

 Adquirir productos de papel reciclado, alimentos frescos y de la región

 Evitar productos congelados o con envases pesados

 Procurar no usar el automóvil para recorrer distancias cortas

 Reducir el consumo de carne y el desperdicio de alimentos

Son acciones simples, pequeñas, que no requieren de una inversión adicional, quizá un poco más de tiempo para irnos creando buenas prácticas; no implica asumir posturas ni salir a marchar, requiere únicamente tomar conciencia de lo que estamos haciendo.

Escribo, y mientras escribo, tengo presente las palabras de Darío -el guía que nos acompañó-, para disfrutar de esta danza: se requiere tener condiciones atmosféricas apropiadas, humedad superior a 70% y una temperatura no mayor a los 10 grados.

Escribo, como una manera de recordarme, que hay cosas que en lo individual podemos hacer; pequeños aleteos que en agregado intensifiquen un efecto mariposa para evitar agudizar el deterioro ambiental y sus consecuencias. Escribo por amor a la vida, escribo con desasosiego y deseo de proteger lo que aún nos queda. Escribo para no perder la capacidad de asombro, para recordarme la belleza que habita en las cosas simples de la vida. Escribo aún con el júbilo y la reflexión que me ha provocado la danza de las luciérnagas.

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Ivett Tinoco García

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