El tintero de las musas

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Publicado en Opinión

El tintero de las musas

Lunes, 26 Octubre 2020 00:06 Escrito por 
Gilda Montaño Gilda Montaño Con singular alegría

Que hermoso es vivir para contarlo.

Qué privilegio en este momento, estar con vida. Qué felicidad que todos los días pueda despertarme de nuevo y gritar a los cuatro vientos que aquí sigo con todo y mis muchos años, que a veces ya siento. En solo pocos días, aprendí a ver los amaneceres y atardeceres; el sol y la luna; a mi volcán que me da la posibilidad de sentir un frío terrible, cuando se le da la gana vestirse de blanco; la vía láctea con un cielo en el que todavía puedo ver las miles de estrellas; los lagos de enfrente de mi casa; el parque Sierra Morelos y los miles de árboles que nos acaban de sembrar, más los que ya crecieron debajo del cerro al que vienen a pastar los borregos y las vacas de don Juanito. Esos que se comen todas las flores amarillas y rosas que nacen porque sí.

Los muchos verdes que he visto desde la primavera, un poco antes de marzo, hasta ahorita en donde ya se cayeron todas las hojas de los árboles. Y los diferentes patos que todavía están aquí sin haberse llevado nuestros lagos. Más los que pronto vendrán de Canadá. Todo eso que siempre vi, pero que nunca observaba, y que estuvo enfrente para mí, sin quizá yo merecerlo.

En serio, que vueltas nos dio la vida, este año, este siglo, esta vida. Mucho tiempo ya. Días enteros de encierro y de no saber qué pasaba ni cómo acabaría. Y de repente, todo se detuvo. Se llenó de preguntas sin respuestas. Y de la tristeza infinita de saber que la muerte estaba más cerca de lo que creíamos. Yo que amo tanto la vida.

De sopetón y sin previo aviso se vino un problema inconmensurable para todo el mundo. Y ningún país sobre la faz de la tierra, nuestra adorada tierra, ha sido capaz de controlarlo. De entenderlo, de asimilarlo. Solo sabemos que quienes sobrevivan, deben de aprender a vivir con ello. Es de un miedo aterrador saber que de repente estamos, y que, por un descuido, un contacto con alguien que esté ya contagiado, podemos dejar de ser. Y así, mucha gente se ha ido a otro plano inimaginable.

Yo amo la vida por sobre muchas cosas. Es lo único que tengo para mí. Y agradezco profundamente al creador del universo que haya tenido la fortuna de seguir aquí.

Pero de repente, una luz llena de esperanza y de posibilidades nos alarga la gana de seguir adelante. Sí con precaución. No con miedo. Eso pasa en este mero día. Un nuevo proyecto lleno de esperanza para salir adelante en este lugar que siempre consideraré es el más importante de la república mexicana. Sí, nuestro muy amado Estado de México.

Libros y más libros tengo ganas de seguir haciendo. Y sé que de alguna forma o de otra podré. Tengo ganas y tengo vida. Lo demás, es lo de menos. Pronto les regalaré Serendipia, ya hecho, además de uno de Sultepec y otro para Valle de Bravo. Yo feliz.

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Gilda Montaño

Con singular alegría