AMLO se pelea con el espejo

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AMLO se pelea con el espejo

Miércoles, 16 Junio 2021 00:04 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Es increíble ver como el presidente de México Andrés López Obrador busca rivalizarse en contra de todo y de todos, es la única estrategia que siente le seguirá dando dividendos con sus simpatizantes a los que ahora no solo busca con desesperación para retenerlos, sino que quiere que terminen por apartarse definitivamente del infierno que representa el conservadurismo.

 

 

Para el actual titular del ejecutivo federal dividir al pueblo ha sido su fuerte, le dio resultados, por eso es que al día de hoy ocupa el cargo más importante que persiguió por muchos años. Por lo que parece casi imposible que cambie su proceder.

Durante una entrevista con Carlos Loret de Mola, Mario Delgado lo dejó claro, los resultados les dan la razón; hacer de la división y enfrentamiento su estrategia. Y de acuerdo a su punto de vista, tanto para López Obrador, como para Mario Delgado y demás integrantes del partido en el poder, que ya no son todos; fueron los indiscutibles vencedores de la jornada electoral del 6 de junio.

Pero a pesar de que se justifiquen de todas las formas posibles, existe en el ambiente un sentimiento de molestia que no pueden evitar; más ahora que tienen que lidiar con el reportaje que ha publicado el medio estadounidense The New York Times respecto de la fatídica línea 12 del Metro de la Ciudad de México.

Muchos son los que coinciden que la tragedia que marcó a la ciudad capital de la República ha dejado una profunda herida difícil de sanar; además ha dado un duro golpe para los delfines del presidente, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard; es por lo que últimamente se le ha visto más irritable, aunado a que ya no tendrá los dados cargados en el Congreso.

Pero son las presentaciones diarias que han sido luz y sombra para el tabasqueño, en algún momento lo comenté y retomo lo que señalé entonces: es mucha la exposición del presidente en esa práctica, porque inevitablemente lo hace cometer errores que tal vez no tenía calculados, y será en un futuro cuando el contenido de esas transmisiones pueden llegar a ser su tormento al final de su mandato.

 

 

Actualmente el presidente aún cuenta con mucha fuerza popular, pero el poder debilita, y a la mitad del camino las cosas se acomodan de diferente manera, o de la manera correcta según se vea, es claro que ya no tendrá todo tan fácil como lo tuvo, y ahora habrá facturas que se tendrán que pagar sí o sí.

Con la terquedad de la división social y franca lucha emprendida desde su cómoda posición, muchas veces en contra de un enemigo invisible, porque el partido al que alude López y que llama conservador (palabra que ha confesado que es la que más le gusta decir) no existe. Pero que en su imaginaria parece arrancada de un cuento infantil para imponerla en el lenguaje cotidiano es el dragón contra el que lucha. A pesar de que la sociedad a través del voto le ha dicho que en el país, éste que debería gobernar, existe una amplia gama de ideologías.

Sin embargo, la bandera que enarboló para llegar a la presidencia fue su supuesto y decidido combate a la corrupción, ¿quién no estaría de acuerdo que este mal desapareciera? Por eso es que una gran parte de los mexicanos creyeron que terminaría con ella y le dieron todo su apoyo.

Pero la corrupción no ha terminado y es el propio gobierno el que se encuentra enfrascado en serias acusaciones de corrupción, lo peor, es que es el propio López Obrador quien defiende a los que son señalados de corruptos por el hecho de encontrarse iluminados por la 4t.

Es por eso que ante la exposición diaria y la terca necedad de solapar a sus discípulos se descubre lo peor de lo peor del mandatario, y como consecuencia, las constantes acusaciones que dirige hacia sus adversarios, que más bien encuentran mejor acomodo en su persona, es como si se las estuviera recetando frente al espejo.

Recientemente, en uno de sus ataques más memorables de locura arremetió en contra de la clase media llamándolos aspiracionistas, porque, se quejaba que son difíciles de convencer y que son egoístas, cuando su propia ambición egoísta fue la que lo llevó a luchar por tantos años para alcanzar lo que hoy tiene y desperdicia.

Es por lo que sin necesidad de ir más allá se puede decir que cuando pretende señalar con el dedo flamígero es porque encima lleva el pecado, no puede ver en otros lo que en el mismo se reproduce. En esta medida; cuando habla de corrupción, de egoísmo, de hipocresía, de clasista, entre otros delicados calificativos, es como si se lo estuviera gritando al espejo.

López Obrador es en resumen; todo lo que dice despreciar, y el enfrentamiento del López Obrador opositor al López Obrador presidente lo deja en claro, no existe congruencia y en ocasiones hasta cabe la duda qué tal vez ni él mismo se soporta.

Por lo anterior, la declaración de que hay un sector de la clase media que siempre ha sido así, muy individualista que le da la espalda al prójimo, aspiracionista, que lo que quiere es ser como los de arriba y encarnarse lo más que se pueda sin escrúpulos morales, sin ninguna índole, son partidarios del que no transa no avanza, se le estrella en la cara. O acaso ¿ha sido sensible con los niños con cáncer, con las mujeres, con los agricultores, con los que perdieron a un ser querido a causa de la pandemia, con los que han sido víctimas de la delincuencia, con los que se quedaron sin trabajo, con las empresas que han quebrado, entre muchos otros afectados?

Las cosas no van a mejorar en el corto tiempo, en lo que se acostumbra el presidente a su nueva realidad, todos los mexicanos estarán al pendiente de conocer si existe para su proyecto un plan B.


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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio