“No me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”

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“No me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”

Domingo, 05 Marzo 2023 00:15 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Cuando a principios de abril del año próximo pasado el presidente Andrés López Obrador lanzó: “no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”, dejó helados a gran parte de políticos y juristas. El propio mandatario había hecho una expresión impensable para el titular del ejecutivo federal.

Lo anterior, encendió para muchos, las luces de alarma, aún sin entender del todo el sentido de lo dicho por López Obrador, nadie, ni propios ni extraños, atinaron en un primer momento, cómo tomar esa declaración. A quienes no creían del porqué de su pronunciamiento, tuvieron que buscar el video de la declaración del presidente, para tratar de entender el contexto por el cual la había expresado.

Conociendo el talante del tabasqueño, sus incondicionales y principales defensores de todo lo que sale de la boca de quien dirige el destino de la nación azteca, inmediatamente buscaron la forma en la que debían defender la posición que había sido dictada desde el púlpito presidencial, no importaba, para ellos, cuál había sido el motivo, sino atacar a toda costa a quien quisiera colocarla como referencia al verdadero pensamiento de quien juró, al momento de tomar su cargo, defender la Constitución y las leyes que de ella emanan, para reducir el golpe que se veía venir.

Por el otro lado, los adversarios naturales del lopezobradorismo, que tal vez aún se encontraban en shock, no caían en la cuenta que algo así hubiese dicho el originario de Macuspana, no podía ser que la impericia, o tal vez, el cinismo, que empezaba a descubrirse con mayor descaro en la personalidad del mandatario, llegara a tal extremo de denostar a la Constitución, a la ley.

La expresión, por cierto, surgió cuando el presidente López hablaba de la Ley de la Industria Eléctrica, reforma que debía pasar por la aduana de la Suprema Corte de Justicia, iracundo como ya tiene acostumbrados a los mexicanos, se lanzó en contra de los Ministros al señalar que no sabían, porque son seres de otro mundo, que esa reforma se aprobó con sobornos y que hay un juicio en contra del exdirector de Pemex, y que este señor (Emilio Lozoya) confesó que había entregado dinero a los legisladores para aprobar la reforma energética, y se preguntó: ¿eso no va a contar a la hora de decidir, puede más el poder de las empresas?

Acostumbrado a tergiversar los temas para acomodarlos a su peculiar forma de ver las cosas, y anteponiendo la vena autoritaria que ha mostrado desde el inicio de su gobierno, arremetió contra los que se oponen a su voluntad, respecto de acomodar la ley de la Industria Eléctrica como le convenía.

Aunque el pasaje parecía haber sido una anécdota desafortunada para muchos, para ser claros, para aquellos que aún consideraban inocentemente que únicamente se trataba de un arranque de enojo del presidente, para otros, era la declaración más importante que demostraba a todo el mundo la verdadera cara de quien la había expresado.

A decir verdad, parece que tal la expresión liberó a López Obrador de una carga que ya no podía contener más, y como él mismo lo ha dicho en repetidas ocasiones: “fuera máscaras”, lo que indicaba que por sobre las normas, y la misma Constitución, como ya lo había dejado ver anteriormente, haría todo lo que considerara necesario para imponer su pensamiento y voluntad.

Mientras tanto, para sus más acérrimos aliados, los que están dispuestos a ofrecer como ofrenda a sus familiares, amigos o más cercanos, como en su momento se lo demostró Claudia Sheinbaum, tomaron la declaración al pie de la letra, y empezaron a analizar las cosas, suponiendo que con esa declaración habían visto la bandera de salida que se desplegaba frente a sus ojos.

La interpretación puede ser más clara para aquellos con esa visión de considerar que fue un permiso para pasar por encima de la ley, y tomar las cosas que les fueran necesarias, o que apetecieran, sintieron, tal vez, que recibían el permiso divino. Es lo que se ha dejado ver en todas las formas posibles, el mandamás de la nación, los iba a proteger.

Pero no son los únicos, ¿qué puede interpretar un integrante del “pueblo bueno y sabio”, aquellos que aceptan incluso, ser llamados “solovinos”, o “mascotas”? de la misma forma que los más cercanos, pareciera que existe una clara permisividad para tomar todo aquello que no les pertenece, o que pueden transgredir la ley cuando se les antoje, total, para el presidente: “la ley es un cuento”.

“No me vengan con ese cuento de que la ley es la ley” es en particular, el sonido de los tambores de guerra que escuchan como música para sus oídos, todos aquellos que hacen lo que les venga en gana, y disponen en su beneficio, de lo que el presidente les permite. Por lo que, para evitar señalamientos incómodos, cambia el sentido del concepto; si se trata de sus hermanos, no es corrupción, son aportaciones, si se descubre afectación al erario por las construcciones emblema del gobierno, o por algunas de las secretarias de estado, no es corrupción, la que está mal es la Auditoría Superior de la Federación (ASF), y así nos podríamos seguir interminablemente.

Lo triste de todo, es que, al ser el mandatario la persona más importante en el gobierno quien desprecia la Constitución y las leyes que de ella emanan, se hace evidente que nunca antes se previó una condición similar, pero tampoco se pensó que con descaro un mandatario quisiera pasar por encima de las normas, por eso, estando en el poder, es imposible que se logre hacer algo, que no sea únicamente ocupar un lugar como meros espectadores, no más.

Por estas, y por otras prácticas comunes de López Obrador, es que algunos de los analistas en el tema político advierten que, en un momento dado, no querrá entregar la banda presidencial a nadie que no sea de su movimiento, y que incluso, es capaz de generar un caos para aprovecharse de la confusión y quedarse por más tiempo en el poder, tomando como pretexto ese mismo caos, ocasionado por él.

De cualquier forma, sea cual sea el propósito del tabasqueño, éste, ya se encuentra en marcha, y, a menos que surja un milagro y los que se encuentran en puestos clave empiecen a hacer el trabajo que les corresponde, las cosas continuarán empeorando.


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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio