La extrema violencia, los cuerpos colgados en puentes o regados por las calles; todo aderezado con mensajes amenazantes que se atribuyen los cárteles de la delincuencia organizada, esos que veíamos en estados terriblemente sangrientos, ya están aquí, arribaron a Toluca y esas escenas escalofriantes ya no son lejanas o las vemos en las noticias, ya están aquí.
Esta semana la delincuencia organizada ha tratado de aterrorizar, supuestamente, a personas específicas de otros cárteles ajenos al suyo; no van dirigidas a los ciudadanos sino a sus rivales de “negocios”, pero siempre existe la posibilidad de los daños colaterales.
Aunque los ediles de los municipios afectados y el propio secretario de Seguridad del Estado de México aseguran que la técnica se ha reforzado y garantizan paz social; la gente no lo percibe así; las familias están aterradas de ver estos actos de barbarie e intimidación.
Autoridades, por favor, no den cifras alegres y ridículas en estos momentos; de esas que dicen que los delitos de alto impacto han disminuido. Estamos viendo cosas que nunca imaginamos que pudieran suceder aquí, a la vuelta de nuestras casas.
La tensión se percibe, las autoridades han reforzado su seguridad personal y se les nota preocupados, aunque quieren mandar ese mensaje de que no pasa nada.
Mientras cuelgan partes de un cuerpo en un puente y yacen pedazos, tal vez del mismo cuerpo, en calles aledañas de Toluca; la fiscalía guarda silencio; no hay información al respecto y del municipio de Toluca, ni hablar; haciendo eventos bonitos de fiesta y felicidad; pensando en la reelección, dice el regidor de Toluca, Mario Cardoso.
La gente quiere explicaciones, asegura la titular de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México, Myrna Araceli García Morón, quien cuestionó las declaraciones oficiales que solo dicen que podrían ser actos de la delincuencia organizada, “eso es obvio”, dijo en entrevista.
Pues, aunque la percepción de seguridad hace mucho dejó de sentirse en las calles de la capital mexiquense, por el aumento de asaltos cada vez más violentos, que terminan en asesinatos; ahora los delitos han subido de tono; tenemos fosas clandestinas, call centers fraudulentos; cuerpos descuartizados, ejecutados, niñas y adolescentes desaparecidos, robados solo porque alguien los quiere vender como kilos de carne, y además desechables.
El Valle de Toluca es uno de los últimos en transitar a este grado de violencia organizada porque ya casi todo el país lo está viviendo; enfrentamientos de las bandas rivales peleándose la plaza para atascarla de drogas y aterrorizar al comercio con sus famosos cobros por derecho de piso.
Y luego de esto que vemos todos los días, de crímenes aberrantes que antes no habríamos imaginado; el presidente Andrés Manuel López Obrador sale victorioso y feliz, muy feliz a decir, entre muchas otras mentiras, que este no es un narco gobierno.
No hay peor ciego que el que no quiere ver, las pruebas están ahí, a la vista de todos, pero la mayoría de los mexicanos parecemos ciegos, sordos, mudos y de paso, tontos porque no hacemos nada porque esto cambie, y cada vez nos acercamos más al precipicio.
