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Publicado en Opinión

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Miércoles, 08 Noviembre 2023 00:35 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

No hay en el país persona más feliz ante las protestas originadas por el recorte de 15 mil millones de pesos del fideicomiso al poder judicial que el presidente Andrés López Obrador, el regocijo presidencial tiene su origen en el sentimiento que surge por la “desobediencia” que ha manifestado la corte ante la alevosa posición del tabasqueño, quien, dueño del ejecutivo y del legislativo, puede hacer y disponer de los recortes que ha ordenado como ejecutivo y que el otro poder complaciente le obsequia.

El presidente ha abusado del poder que obtuvo en el 2018. Materialmente, 30 millones de mexicanos le dieron un cheque en blanco para hacer y deshacer a su antojo; así lo ha hecho durante cinco largos años, así lo seguirá haciendo hasta que entregue la presidencia al nuevo titular del ejecutivo federal.

Son muchos los frentes abiertos por parte de la administración obradorista, no hay ni por dónde empezar; los recortes a diversos fideicomisos no encuentran una explicación sensata respecto de su destino final; lo que sí hay, es que éstos han dejado en el abandono a muchos mexicanos que habían conquistado, después de años de lucha y sangre, aquello que ya tenían. Ahora, lo que les queda, es la obligación de valorar como nuevo, el pasado.

¿Quién le exige cuentas al dueño de la banda presidencial? Los pocos críticos que aún prevalecen, son sometidos por una multitud que simpatiza con el mandatario, a ellos, se agregan varias granjas de bots pagadas por el que tiene la encomienda de cuidarle las espaldas, que es también, encargado de generar la idea de que efectivamente se trata del presidente más querido del mundo. Lo han hecho muchos otros, crean la idea de que son invencibles, escondiendo el verdadero sentimiento del pueblo con interminables cortinas de humo.

¿Cuántos son los arrepentidos, cuantos son los que han reflexionado sobre su apoyo incondicional? Los que sean, no importa la cantidad, de ellos será el reino que merecen, mientras tanto, la crítica nacional brilla por su ausencia; los medios son cooptados por el poder y por sus intereses, siempre ha sido lo más importante para ellos, no es en sí la noticia, no es su independencia, son los negocios escondidos tras el poder de los medios informativos que manejan.

El presidente se burla de las manifestaciones de personal del poder judicial, como también lo hace de las que encabezan los acapulqueños, como lo ha hecho con todos aquellos que han salido a exigir, incluso, lo hizo con la marea rosa en defensa del INE, alegando que no están de acuerdo en perder sus privilegios. ¿de cuáles privilegios habla? Son sus obras las que no han visto un solo peso de recorte y sí, un lamentable y grosero aumento dilapidado con ellas.

El ejército tampoco pierde privilegios, es más, aumentan en exceso, dice socarrón el mandatario que es dinero de todos los mexicanos para beneficio del pueblo, entonces, si él dice representar al pueblo y presume ser el único que lo interpreta, en resumen, él es el pueblo, él es el todo.

Nada es para siempre, el gobierno actual piensa que el poder que hoy ostenta es eterno, no se sienten con la obligación de entregar cuentas a nadie; sin embargo, a pesar del cinismo propio de la 4t, los actos que se han dado a conocer aún a cuentagotas, son ya un escándalo del más alto nivel, pero es el tiempo del todo poderoso, nadie es molestado.

Son varios los políticos que conocen el terreno y, por subsistencia se mueven y se colocan en los lugares que mejor les conviene; el salto de un partido a otro no es nuevo, por lo tanto, el presente, se convierte en tiempo de pescadores, de aquellos que bien saben que con el agua turbia la pesca es más generosa.

Tal vez por esa razón, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Enrique Graue Wiechers, últimamente ha giñado el ojo con dirección a palacio nacional, parece que quiere acomodarse para ser bien visto por el tabasqueño, pero no cuenta con la gracia de aquel, nadie, menos aún, alguien que no haya sido de su equipo, puede escapar del dedo flamígero y poderoso del dueño del micrófono mañanero. Es algo que no han entendido, ni él, ni muchos otros que han caminado el mismo sendero de podredumbre. Si fuiste amigo, serás arrasado, pero si eres enemigo y pretendes quedar bien, serás arrasado y doblado.

¿Cuán dichoso lo hace arrebatarles a todos sus logros, que no privilegios, alcanzados por años de lucha incansable? El pretexto del combate a la corrupción asentó las bases para despojar de recursos aparentemente protegidos bajo el régimen de fideicomisos, para disfrazarlos de partidas presupuestales que devengan el poderoso proceso de subejercicio, a la sombra de lo que gustosamente se ha bautizado como ahorro.

“Primero los pobres” quedó como frase hueca, sin mayor alcance y sentido que el objetivo para el cual fue pronunciada desde la eterna campaña presidencial, el destino de un gran presupuesto entregado a los más necesitados convertido en migajas absorbe la paupérrima idea de pertenecer al pueblo, al que se dice, que tiene derecho a ellos; aunque convertidos en asistencia social, no alcanza ni para cubrir lo más elemental en salud, en seguridad, o en alguna otra instancia que el gobierno tiene la obligación y responsabilidad de proveer a la ciudadanía en su conjunto.

Pero no es así, la entrega de esos recursos son para comprar voluntades, para hacer creer que es un beneficio inmediato, aunque por otro lado, se les deja a su suerte, en el completo abandono, les ha venido ocurriendo de a poco a diferentes comunidades y grupos sociales, a cada uno le llega la indiferencia y el menosprecio porque pide, necesita, le urge, si no es la entrega de recursos de mano a mano, no se entrega nada, porque de esa forma, siempre va a haber un agradecido, que es lo que necesita el gobierno para seguir manteniéndose en el poder.

Mientras los otros políticos, los bien llamados “chapulines”, abandonan sus supuestas creencias, sus ideales, sus convicciones, y van por otras que les hablan de continuidad, de sobrevaloración y mezquindad, ¿cuántos son los políticos que pasan de un partido a otro y después presumen ser impolutos?


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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio