La huella femenina en la literatura

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La huella femenina en la literatura

Miércoles, 16 Octubre 2024 00:00 Escrito por 
Ivett Tinoco Ivett Tinoco Matices

En octubre se celebra el Día de la Escritora, una fecha dedicada a reconocer el talento y la contribución de las mujeres en la literatura, así como a visibilizar su papel en un mundo editorial que, históricamente, las ha marginado. Esta conmemoración nos invita a reflexionar sobre la importancia de las voces femeninas a lo largo de la historia, recordándonos que la literatura ha tenido, desde sus inicios, un rostro de mujer.

Un ejemplo emblemático es Enheduanna, escritora, princesa y sacerdotisa del siglo XXIII a.C. en la antigua Mesopotamia, considerada la primera autora de la que se tiene registro. Su legado muestra que las mujeres han sido narradoras de su tiempo desde épocas remotas, y que su reconocimiento es fundamental para combatir la discriminación y construir un mundo literario más inclusivo.

A lo largo de la historia, muchas otras mujeres han dejado una huella profunda en la literatura. Safo, por ejemplo, considerada por Platón como la décima musa, fue pionera en dominar el arte poético y musical. Dueña de su destino, no sólo se dedicó a escribir, sino también a formar a otras mujeres en la isla de Lesbos, enseñándoles que la procreación no era la única finalidad del matrimonio. Fomentaba en ellas una conciencia de su propio deseo, cultivando sin culpas el placer y las emociones.

Hipatia, en cambio, eligió no casarse para dedicarse por completo al estudio y al pensamiento. Como gran maestra y escritora, sus ideas han sobrevivido a través de las voces de sus discípulos. Sin embargo, su valentía para vivir según sus propias convicciones le costó la vida de forma brutal: fue asesinada por aquellos que no podían tolerar su independencia intelectual.

Juana Inés de la Cruz, nuestra propia décima musa, fue una mujer multifacética: astrónoma, matemática, filóloga, filósofa, teóloga, pintora y poeta. Su inteligencia y brillantez desafiaron las normas de su tiempo, hasta el punto de ser incomprendida por muchos. Obligada a deshacerse de su biblioteca y de sus instrumentos científicos, y forzada a llevar una vida de recogimiento espiritual en sus últimos años, Sor Juana encarnó una lucha incansable por el derecho a saber y crear. Su condición de mujer y religiosa fue utilizada para atacar el carácter profano de su obra, pero su legado literario sigue siendo una de las mayores contribuciones a la lengua española.

A lo largo de los siglos, estas mujeres pagaron un alto precio por su decisión de ser libres y cultivar su intelecto en sociedades que no estaban preparadas para aceptar su grandeza. Sus vidas y sus obras son un testimonio poderoso de que la literatura, en todas sus formas, siempre ha sido enriquecida por las voces femeninas. Sin embargo, a pesar de esta contribución esencial, las mujeres siguen estando marginadas en los más altos reconocimientos literarios. El Premio Nobel de Literatura, el galardón más prestigioso en el ámbito literario, es un claro ejemplo de esta desigualdad: únicamente 18 mujeres han sido premiadas, lo que representa apenas el 15% del total de los galardonados. Esto refleja, por un lado, una disparidad histórica, y por otro, la necesidad de seguir visibilizando y reconociendo la inmensa aportación de las mujeres a la literatura mundial.

Selma Lagerlöf fue la primera mujer en recibir el Premio Nobel de Literatura, un honor que obtuvo en 1909 por su capacidad para entrelazar lo real y lo fantástico en sus obras. La escritora sueca también se destacó por su compromiso con los derechos de las mujeres y la justicia social.

La chilena Gabriela Mistral se convirtió en la primera, y hasta ahora, la única escritora iberoamericana en recibir el Nobel de Literatura en 1945. Poeta y educadora, Mistral es reconocida por su poesía emotiva y profunda, que explora temas como el amor, la maternidad y la identidad.

Hace unos días, la escritora surcoreana Han Kang hizo historia al convertirse en la primera autora asiática en recibir el Nobel de Literatura en 2024, ampliando las fronteras de la literatura contemporánea y aportando una perspectiva fresca y compleja a la narrativa global.

Imagino un futuro en el que México sume un Nobel más a su historia literaria, un reconocimiento que honre la rica tradición y diversidad de su literatura. En este sueño, visualizo a Cristina Rivera Garza como la digna representante de este legado. Su prosa incisiva y su capacidad para abordar temas complejos, desde la identidad hasta la memoria, la convierten en una voz única y relevante en la literatura contemporánea.

La celebración del Día de la Escritora nos invita a recordar los logros del pasado, y a pensar en el que las voces femeninas deben seguir siendo reconocidas y celebradas en todos los rincones del mundo.

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Ivett Tinoco García

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