La calificadora Moody´s cambió la perspectiva de “la nota soberana de México” colocándola en negativa (antes nuestra calificación era “estable”) por el debilitamiento del marco institucional y por la formulación de políticas que podrían socavar los resultados fiscales y económicos. Sin esperar a los detalles, la respuesta inmediata del gobierno, en voz de Claudia Sheinbaum, señaló que estas calificaciones tienen sesgos y que la economía es sólida y fuerte.
Luego vino la presentación del paquete fiscal. Y empezó el análisis de las particularidades. Por ejemplo, la reducción del déficit que, en mi opinión, se logra de dos formas básicas: por un lado, el aumento de los ingresos y, por el otro, la reducción del gasto. Justo en este último sentido se observan reducciones en varios rubros como salud (total tenemos un mejor sistema de salud que Dinamarca, nadie notará el recorte… a menos que alguien se enferme).
Digámoslo fuerte y claro, con estas reducciones estamos sacrificando el futuro de generaciones. Las pensiones absorberán casi el 24% de gasto total. Luego está el servicio de la deuda (usada para gasto, no para inversión) y ya para terminar, se deja de invertir a mediano y largo plazo, cancelando infraestructura que genera expansión de la economía. La deuda se utilizó en programas sociales para ganar las elecciones y ahora hay que pagarla. El déficit equivale a la deuda. Se entiende por qué Ricardo Monreal se pronuncia por una reforma fiscal, según él “para redistribuir la riqueza…”. Entiéndase: aumentar impuestos a base cautiva sin tocar a los favoritos de ambos extremos. No apuestan por aumentar el tamaño de la economía y por lo tanto de los ingresos, apuestan por aumentar impuestos. Hablan de promover una justicia vertical mientras gastan más en trenes de pasajeros que en salud de los mexicanos. Disminuyen el presupuesto total 34%, pero queman dinero en Pemex. Prefieren financiar su ideología que invertir en seguridad pública. Disminuyen el gasto en seguridad 36% y, el colmo, el recorte en educación impacta a distintas instituciones de educación superior (a excepción de las Universidades Benito Juárez que tienen un incremento de 3,149 millones de pesos).
En materia económica, la visión gubernamental parece no coincidir con la visión de los expertos. El gobierno habla de un crecimiento del 3%, mientras que, por ejemplo, Citibanamex lo deja en 1%, la OCDE en 1.2%, el Fondo Monetario Internacional de 1.3% y el mismo Banco de México en 1.5%.
Sin duda, es necesario lograr más ingresos para atender a los mexicanos. Pero hay que pensar bien cómo lograrlo. La Alianza por la Justicia Fiscal (conformada por diversas organizaciones como FUNDAR, Oxfam, el Instituto de Estudios sobre la Desigualdad, Fundación Friedrich en México, el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM y México Evalúa) ha presentado una propuesta para una reforma bajo el principio de progresividad. Parte de varias premisas, como la sostenida por Gerardo Esquivel: política fiscal que favorece a quien más tiene, no es progresiva y el efecto redistributivo es casi nulo. Además, el diagnóstico nos dice que: 1) quienes perciben ingresos de capital pagan menos impuestos que los asalariados, 2) existen privilegios fiscales a quienes más tienen y 3) las tasas son insuficientemente progresivas, las personas de más altos ingresos no pagan lo suficiente. Proponen que los ingresos de capital sean tratados bajo el mismo esquema progresivo que existe para las personas asalariadas; que las personas que reciban una herencia superior a los 8 millones de pesos paguen ISR; así como restringir el acceso a gastos deducibles y aumentar los tramos y tasas que pagan las personas con altos ingresos.
Alguien tiene que pagar el costo de la elección de Estado. Y aunque Claudia la candidata dijo que no harían una reforma fiscal, y lo ha reiterado como presidenta, ahí esta lo dicho por Monreal. Bueno, por Monreal y por la realidad. Insisto, no cualquier reforma. Las propuestas bien pensadas difícilmente serán tomadas en cuenta por el gobierno. Es probable que utilizando su aplanadora el gobierno hará una reforma fiscal como venganza contra las clases medias, aunque muchos de ellos votaron por su partido. Así que, a pagar más impuestos los mismos que ya pagamos, mientras las clientelas electorales y los amigos que los llevaron a la presidencia están protegidos.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.