Atentados políticos, la guerra del crimen

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Atentados políticos, la guerra del crimen

Miércoles, 11 Junio 2025 00:00 Escrito por 
Desde el Sótano Desde el Sótano Raúl Mandujano Serrano

A veces el café no sirve para calmar las preocupaciones. Sentado junto a la ventana de esa vieja e histórica cafetería del centro, el periodista recuerda aquel 23 de marzo de 1994, en Lomas Taurinas, Tijuana, cuando el candidato del PRI a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, era asesinado por un sicario que le disparó en la cabeza. La imagen fue cruda, violenta y triste.

A las 17:20 horas, Mario Aburto Martínez apuntó su pistola Taurus, calibre .38 especial, y disparó en contra de Luis Donaldo. Seis años después, en el 2000, se envió a reserva el expediente de más de 30 mil páginas, con declaraciones y peritajes que concluían que el homicidio fue responsabilidad de un asesino solitario. Treinta y un años después, el caso fue reabierto y se dictaminó que se trató de una acción concertada en la que participó al menos un agente de seguridad del Estado. Vamos, suponer es muy fácil, lo hace el escribano con frecuencia, pero, en estos casos, neta, ¿es imposible aclarar las cosas?

También memorable y hasta cómico el "caso de La Paca", sí, esa investigación relacionada con la desaparición y asesinato de Manuel Muñoz Rocha, un diputado ligado al asesinato de José Francisco Ruiz Massieu. Tan jocosa fue esta indagatoria que se contrató a una bruja vidente, Francisca Zetina, apodada "La Paca", que sembraría restos óseos en la finca "El Encanto", propiedad de Raúl Salinas de Gortari, allá por los rumbos de Cuajimalpa.

Aun así, nada fue aclarado. La impunidad en estos casos, sobre todo en el asesinato de Estado de Colosio, evidenció que el crimen organizado operó en una absoluta impunidad, pero no pensemos sobre el narcotraficante, sino en políticos de corbata.

Curiosamente, México se puso en la mira internacional como una nación en la que el negocio del poder juega un papel descarado y ambicioso.

Y Colombia no se ha quedado atrás.
Los crímenes políticos han sido una constante. A Miguel Uribe Turbay le dispararon en un parque en Bogotá, en un mitin de campaña. Fue muy parecido al crimen de Colosio. El asesino llegó por detrás —luego de recibir indicaciones de una mujer— y le disparó en la cabeza, para salir huyendo. No lo logró. Fue aprehendido. Se trata de un adolescente de 14 años, quien confesó y dijo que lo hizo por hambre. Los colombianos con edad para recordar evocaron las imágenes del asesinato de Luis Carlos Galán, el candidato a la presidencia que fue baleado en una plaza de Soacha, en el sur de Bogotá, en 1989. Fue quizá el primer crimen político del que hubo registro audiovisual.

También tendrían en su mente a la madre del senador, la periodista Diana Turbay, quien fuera secuestrada por narcotraficantes y muerta durante una operación de rescate en 1991. El atentado contra un aspirante a la presidencia hizo que el país recordara un pasado cercano de homicidios de figuras políticas, como ocurrió durante el reinado criminal del llamado "señor del mal", Pablo Emilio Escobar Gaviria, entre los 80's y 90's.

Gobiernos coludidos con criminales laceran la historia de naciones, piensa el amanuense mientras sorbe el último trago de su café americano sin azúcar. El futuro no parece llevarnos a la paz. Mientras, de fondo musical se escucha a Molotov: "Vino López Obrador, del país de los abrazos, hace casi todo bien, pero yo tengo otros datos. Culpa por todo lo malo, a todos los anteriores, porque todos son corruptos, porque son conservadores".

Nos vemos en otro Sótano.

Mi X: @raulmandujano.

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Raúl Mandujano Serrano

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