El poder real de la comunicación. caso UAEMéx
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El poder real de la comunicación. caso UAEMéx

Miércoles, 25 Junio 2025 00:20 Escrito por 
La Tribu Entera La Tribu Entera Ricardo Joya

La “luz al final del túnel” es una expresión que describe la esperanza de que se resuelva una situación difícil o negativa. Denota un resultado positivo o una solución en el corto plazo. Representa la superación de dificultades, la esperanza y el optimismo, así como la resiliencia y perseverancia frente a la adversidad.

Parece que esa expresión ya empieza a aplicarse en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), donde esta semana se levantó el paro en la Facultad de Ciencias y, en otros espacios académicos, se han retomado las actividades de evaluación para concluir el semestre del periodo 2025-A, y ello podría significar que el “no paro” se amplíe por la institución.

Si bien algunos docentes han expresado su inconformidad con las formas para establecer las evaluaciones —las cuales podrían representar la aprobación de quienes, antes del paro, no habían cumplido cabalmente con las tareas encomendadas en sus materias de estudio—: “No se vale que tenga que ponerle una calificación aprobatoria a quienes ni siquiera iban a clase antes del paro”, me dijo un docente.

Aun en esas circunstancias, esta “luz al final del túnel” empezó a vislumbrarse gracias a la comunicación. Como lo he planteado en otros momentos: “Lo que la política no resuelve, la comunicación no lo repara… pero sí da mayor margen de maniobra”. Ahí se ubica el verdadero poder de la comunicación, porque puede construirse comunidad y generar puentes de resolución de conflicto. Eso ocurrió hace unas semanas en UniRadio. Me explico.

El pasado 9 de junio se realizó una “marcha silenciosa” de estudiantes paristas, y concluyó en las instalaciones de UniRadio, la estación radiofónica de la UAEMéx, donde se realizó una transmisión en vivo para que hicieran públicas sus demandas, a través de la señal “en vivo” del 99.7 de FM.

Un día antes, la estación de radio —que se sintoniza en el Valle de Toluca y de forma digital en cualquier parte del mundo— publicó su postura ante el anuncio de la marcha: “A integrantes del movimiento estudiantil de la Universidad Autónoma del Estado de México, quienes contemplan participar en una marcha pacífica y dirigirse a UniRadio para manifestar su postura en el marco de lo ocurrido el 10 de junio de 1971, les manifestamos nuestro respeto”.

La estación explicó en el documento que, durante 18 años, ha sido un espacio abierto a la comunidad universitaria para que exprese de primera mano sus inquietudes y demandas, y subrayó que valoraba la participación pacífica para que “juntas y juntos” construyeran espacios de diálogo que permitan crear consensos en pro de la UAEMéx.

Abrirles los micrófonos a las y los representantes del estudiantado sentó un precedente histórico, porque eso no ocurrió hace poco más de cinco años, cuando se desató otro paro por denuncias de acoso y hostigamiento sexual. A diferencia de aquel momento, ahora se decidió provocar el diálogo, que es lo correcto si hablamos de un espacio universitario que debe caracterizarse por la pluralidad y la apertura. Buen punto para UniRadio y para la actual administración universitaria.

Desde ese momento, el movimiento estudiantil recibió un mensaje genuino y real, tangible con sus expresiones “al aire”, y además se tuvo el cuidado de no exponer innecesariamente las instalaciones de la Universidad, evitando que algunos infiltrados provocaran destrozos, como ocurrió en el edificio administrativo unos días antes.

Es así como —desde la comunicación y con la voluntad política de abrir los micrófonos— se envió un poderoso mensaje de no criminalización, de escucha activa y de disposición al diálogo, además de apertura y transparencia. Seguramente, todo eso fue valorado por las y los estudiantes que genuinamente iniciaron el movimiento y empezaron a comprender que era el momento para iniciar el proceso de negociación.

Quienes somos universitarios deseamos que el conflicto se resuelva, porque si bien el impacto ha sido enorme para sacudir a las estructuras institucionales, también habrá saldos negativos —por las afectaciones de procedimientos y trámites de estudiantes, docentes y personal administrativo—, pero confiamos en que el resultado final será el de una institución más fortalecida y vigorosa.

Sin duda alguna, no ha sido nada sencillo, pero ya empezó a acreditarse la voluntad de ambas partes: autoridades y estudiantado. Por ello, podemos decir que la Universidad Autónoma del Estado de México empieza a mirar “la luz al final del túnel”. Que así sea.

 

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Ricardo Joya

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