Cuando se escribe cotidianamente, de vez en cuando es inevitable salirse del ámbito temático al que regularmente nos dedicamos; esto, desde mi muy personal punto de vista, sucede porque la propia tendencia de los acontecimientos nos lleva hacia ese rumbo, y hoy, precisamente, es el caso. Todos los sucesos que se están dando en nuestro país me llevan a una profunda reflexión que deriva en una serie de preguntas; que, en ocasiones, más que tener respuestas puntuales, me conducen a otras interrogantes que, en mi persona, están relacionadas con el presente y futuro que les depara a las siguientes generaciones.
Hemos pasado prolongados periodos de gobiernos priistas (más de 70 años ininterrumpidos), en los que una clase política de condición media-baja hizo y deshizo de México. Esos políticos, con el paso de las décadas, se convirtieron en grandes empresarios a costillas del saqueo de los recursos renovables y no renovables, las instituciones del Estado mexicano y un gran número de empresas conocidas como paraestatales, que, irónicamente, en el transcurso del tiempo fueron declaradas en bancarrota o sin viabilidad, para posteriormente, ya en la etapa neoliberal, ser malbaratadas al mejor postor; entre ellos, familiares, amigos o empresarios ligados al poder, y que algunos consideran personas brillantes, cuando la verdadera realidad es que simple y sencillamente han estado cercanos a la entraña del poder político. Eso, tan sólo, es contar con información privilegiada para, en consecuencia, tomar decisiones en cuanto a sus inversiones.
Al inicio del nuevo siglo, muchos mexicanos ubicaron a la derecha mexicana (Partido Acción Nacional) como la oportunidad de poder lograr un cambio para el país, con un candidato que generó altas expectativas sociales, que dieran un giro importante a lo que económica, política y socialmente se venía haciendo y que, sobre todo, desde la década de los ochenta, había ensanchado la brecha de las desigualdades, destruido las instituciones y socavado los recursos naturales renovables y no renovables de México; lo que llevó a un número cada vez mayor de mexicanos a buscar mejores horizontes en los Estados Unidos y que flexibilizó las relaciones laborales, con lo que muchos trabajadores pasaron del sector formal a la informalidad, entre otros frutos de ese periodo.
No obstante, durante los 12 años que la derecha se mantuvo en el poder, no movió un ápice del entramado que heredó del Revolucionario Institucional; es decir, las cosas permanecieron intactas, sólo cambiaron los actores políticos, pero la tendencia de corrupción, impunidad, tráfico de influencias, de manera resumida, de continuidad al esquema neoliberal, fue evidente, por lo que los resultados fueron los mismos de años anteriores, con una población que soportó de todo y que había perdido la capacidad de asombro ante los acontecimientos, cayendo en el conformismo de que todos los políticos eran iguales y que no había más que hacer.
En el año 2012, nuevamente fuimos convocados a las urnas y, al final de estas elecciones, nos encontramos con que el PRI resultó ganador de los comicios, con lo que regresaba al poder tras 12 años de ausencia. Este hecho nos llevó a pensar a muchos que habrían realizado una seria reflexión sobre la serie de errores cometidos en sus anteriores gobiernos, pero lo que nos trajo la nueva generación política de ese partido fue que venían remasterizados en cuanto a actos de corrupción, delincuencia e impunidad.
Terminaron de diseñar y tejer los nexos con el crimen organizado. Menciono lo anterior para que quede muy claro que la situación tan compleja que vivimos actualmente no se gestó ayer, sino que viene de años atrás; que no todos los culpables han sido llamados a cuentas y, por supuesto, todo es producto de un contubernio entre autoridades y delincuencia organizada.
Así llegamos al año 2018, momento en el que, después de dos intentos fallidos, Andrés Manuel López Obrador logró acceder a la presidencia de la República. Debo decir, sin el afán de restar méritos a su triunfo, que este tuvo como cimiento principal el hartazgo de la mayoría de los mexicanos, que desde el inicio de la segunda década del presente siglo perdimos toda credibilidad en las instituciones del país, ya no estábamos dispuestos a confiar en las organizaciones políticas de centroderecha y estábamos ávidos de una reconfiguración integral para nuestro México.
Por hoy se nos agotó el espacio; la próxima semana concluiremos este tema.
Saludos cordiales.
Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
X: LUISESCOBARRAM6