En el Estado de México, conducir un vehículo se ha convertido ya en un deporte extremo. Las bromas hasta refieren al juego de Mario Car. Y es que las carreteras se encuentran destrozadas, llenas de baches que más bien parecen cráteres. Estos hoyos, y sus hoyotitos (también broma constante), los encontramos parejitos en autopistas, vías estatales, y caminos secundarios. Ahora son hasta trampas mortales para miles de automovilistas y motociclistas que arriesgan la vida diariamente por transitar vías que “deberían” estar en buenas condiciones, porque impuestos, pagamos.
Los accidentes son cada vez más constantes. Motociclistas han muerto al caer en estos auténticos pozos que no se ven con el asfalto y se aparecen de manera repentina, incluso en tramos que parecerían seguros. Cada bache es una amenaza para quien conduce. Llanteras y talacheros han hecho su agosto por vehículos que terminan con rines doblados, llantas reventadas y suspensiones arruinadas. Reparar el coche en el Estado de México ya no es una cuestión de descuido, es una consecuencia inevitable de vivir aquí. Lo peor es que las aseguradoras tardan hasta cuatro meses en entregar los automotores.
Pero todavía hay cosas más indignantes. A pesar del compromiso del gobierno federal, que hizo la propia presidenta Claudia Sheinbaum de invertir en la rehabilitación de las carreteras, en territorio mexiquense parece que no hay capacidad o interés. A Ariel Juárez Rodríguez, titular de la Junta de Caminos del Estado de México, parece que no le importa, está rebasado o simplemente es indiferente a lo que es una lastimosa realidad.
Presupuesto hay. Cada año se destinan miles de millones de pesos para mantenimiento de las vías. ¿Dónde están esos recursos? Porque en las carreteras, es un hecho que no, y no lo digo sólo yo. La opacidad y la inacción provoca indignación ciudadana y parece que al titular de la Junta de Caminos todo lo que se diga al respecto se le resbala.
Hay una gran molestia por los daños materiales causados por los baches. Los retrasos porque la circulación se entorpece, los accidentes. Quedarse hasta sin vehículo. Es además una cuestión de justicia. ¿Cómo se puede exigir a la gente que cumpla con responsabilidades fiscales si el gobierno no cumple con garantizar caminos en buen estado? Cada día las familias pagan útiles escolares, alimentos, ropa… y ahora, la lista ha crecido con reparaciones constantes de sus vehículos por culpa del abandono en las vías.
El secretario de Movilidad, el director general de la Junta de Caminos y otros funcionarios, deberían darse una vuelta, sólo para que se den una idea, por la zona de San Bartolo Morelos, rumbo a Villa del Carbón, es el ejemplo perfecto de una carretera inexistente despedazada, desastrosa. Le sumamos la autopista hacia Jilotepec, que además de estar plagada de topes, presenta una carpeta asfáltica en condiciones deplorables.
La gobernadora Delfina Gómez debe tomar cartas en el asunto. Que vaya por ese lado también de forma sorpresiva y recorra estos tramos para entender lo que vive la población de esa región todos los días. O tal vez puede avisar que sí va, porque sólo así los funcionarios se ponen las pilas.
Los mexiquenses no merecemos que la incapacidad o falta de ganas de unos cuantos sea un riesgo diario para millones. No se trata de exigir por exigir, es un asunto de dignidad. Y es momento de que actúen a quienes les corresponda. ¿Qué cuentas entregarán a la gobernadora para dar en su segundo informe de gobierno? ¿Que se todo está bien? Bueno, hasta las y los alcaldes están desesperados. No se vale.