Sociedad de las Pantallas. ¿Usted de qué Generación era antes de usar Zoom?

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Publicado en Opinión

Sociedad de las Pantallas. ¿Usted de qué Generación era antes de usar Zoom?

Jueves, 19 Noviembre 2020 00:00 Escrito por 
Javier Ortiz de Montellano Javier Ortiz de Montellano Articulista invitado

Bienvenido a la Gran Cita Generacional: ¿Hoy todos somos Zoom...istas?

La pandemia está dando al traste no sólo con partes tradicionales de la economía y algunas formas de la política, sino cruelmente también con la demografía y los modos de nuestros comportamientos y comunicaciones, en forma mucho más drástica que en el pasado. En cambio, ha acelerado las tendencias hacia la tecnología digital y su uso por todas las generaciones, en las que desde que nació la sociología se intenta clasificar a la población existente.

Cambio siempre ha habido y los antropólogos e historiadores lo han estudiado clasificándolo para facilitar su estudio como Eras o Periodos. Pero sólo desde el siglo 19 empezó a estudiarse el fenómeno social del cambio de las generaciones, enfocándose en grupos de personas.

Así definen una generación como «toda la gente que nace y vive más o menos al mismo tiempo, considerada colectivamente». También puede describirse como «el periodo promedio, generalmente considerado como de 20 a 30 años, durante el cual los niños nacen y crecen, se convierten en adultos y comienzan a tener hijos».

Las generaciones son también conocidas como generaciones sociales en la cultura popular y han sido la base del análisis sociológico. El análisis de las generaciones se inició en el siglo 19, a raíz de la creciente conciencia de la posibilidad de un cambio social y de la idea de la rebelión juvenil contra el orden social establecido.

Auguste Comte, fundador de la Sociología, fue el primero que hace dos siglos mencionaba el sujeto «generación» en un estudio de ciencias sociales. Ya en el siglo 20 abundan los análisis sobre el concepto de las generaciones, desde los estudiosos de la llamada Gran Generación como Karl Mannheim hasta José Ortega y Gasset, Antonio Gramsci, Karl Polanyi (autor del importante libro La Gran Transformación, con su acento en lo social versus la falacia economicista) y muchos otros, con diversos enfoques.

Y a finales del siglo pasado se empezó a analizar el fenómeno de las generaciones en conexión con los ciclos históricos o en relación con grandes eventos de la Historia, como las guerras (en México, por ejemplo, la generación que hizo la Revolución Mexicana, o eventos como la Generación del 68´, etc.).

Más recientemente son los medios de comunicación -que han divulgado análisis de los estudiosos-, los que periodísticamente han etiquetado a las nuevas generaciones. Así, sucedió con la Generación Perdida (1900 - 1914), la Generación Grandiosa (1915 - 1925), y la Generación Silenciosa (1926 - 1945).

En la postguerra se pasó a la llamada Generación de Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1960). Y luego para evitar etiquetas insultantes o comprometedoras como la Generación de Vietnam, se pasó a clasificarlas en forma neutra con las letras del alfabeto latino: Generación X (1961 - 1981); Generación Y o Millenials (1982 - 2001) y Generación Z (2001 a 2016)

Veamos un poco más sobre las generaciones más recientes (las fechas varían según el enfoque y el inicio y final de los años de las generaciones, que son tema de debate entre académicos y analistas sociales):

Generación X (1961-1981)

La generación X es la que ha vivido de todo, como la llegada del internet, en su infancia vivieron en un mundo analógico y ahora viven en uno mayormente digital. Es una generación que transformó costumbres y tradiciones.

Generación Y, o Millenials (1982-2001)

Los Millenials (Mileniales o Miliénicos) han experimentado los cambios provocados por las crisis y la expansión de la comunicación global. Se adaptan a las circunstancias, les interesa mucho la tecnología, son emprendedores, son multitareas.

Generación Z (2001-2016)

La Generación Z es la primera del siglo XXI, que surgió en un momento de conflicto mundial (atentados, crisis económica, etc.). Para ellos el mundo está en las redes sociales, si queremos captar su atención debemos hacerlo de manera rápida y directa, en menos de 8 segundos (lo cual dificulta su interrelación). Sin embargo, son creativos y autosuficientes. Esta generación prefiere la privacidad, prefieren las aplicaciones que no dejan ver mucho su información personal por ello optan por usar Ask, Snapchat, Secret, Whisper, Instagram, etc.

Generación Alfa (2016-...)

Apenas se está conformando. Llamada así por la primera letra del alfabeto griego, la generación Alfa en su mayoría son hijos de mileniales o milénicos.

Post-Alfabéticas (2020-...)

Con el advenimiento de la pandemia en 2019 se acentúan las tendencias de las tecnologías digitales y se empieza a dudar de la utilidad de la clasificación previa de estas generaciones. Hoy, sin distinción de edad están todas siendo forzadas a convertirse en lo que Franco Berardi llama Generaciones Post-alfabéticas (por el uso intensivo de tecnologías video electrónicas como el Zoom y celular conectivas de todo tipo).

Ya una década antes, en su libro de 2009, Generación Post Alfa, Patologías e Imaginarios en el Semiocapitalismo (Editorial Tinta Limón), Berardi dejaba constancia de sus preocupaciones y reflexiones sobre cómo operan las subjetividades de las nuevas generaciones que él denomina post-alfabéticas y qué influencia tienen las patologías propias de la mente colectiva contemporánea en nuestros más urgentes desafíos, hoy agravados por el Covid-19.

Semiocapitalismo, el nuevo Capitalismo de SIGNOS

Semiocapitalismo, como lo denomina Berardi, es el nuevo modo de producción en el cual la acumulación de capital se hace esencialmente por medio de una producción y acumulación de SIGNOS: bienes inmateriales que actúan sobre la mente colectiva, sobre la atención, la imaginación y el psiquismo social.

Este semiocapitalismo integra las emociones, la imaginación, el deseo y los afectos a un Capitalismo de Signos, que se apropia de la inteligencia colectiva, de las pasiones y de las narraciones.

En medio de esta nueva transformación nace una generación de humanos que tiene más contacto con diversos tipos de máquinas que con sus madres o sus padres y que Berardi llama "Generación Post-alfa". Esta sería la primera para la cual el alfabeto no ha tenido la función formativa tradicional que tuvo en las generaciones anteriores (desde la invención de la imprenta y la difusión de la educación formal, hoy en crisis).

Si esta generación creció́ rodeada de máquinas, especialmente de tecnologías de la información y videovigilancia que le permitían navegar indistintamente por mundos virtuales y conectarse en la inmediatez con cualquier red informática, entonces ha experimentado coordenadas espaciotemporales totalmente distintas a las de sus padres.

Sin embargo, la irrupción de la pandemia en todos los ámbitos ha trastornado todas las relaciones normales que caracterizaban a las generaciones y las ha convertido en un inhumano y extremo disciplinamiento para la inmovilidad productiva, como nunca logró el cruel capitalismo fabril o imaginó el estudioso del biopoder Michel Foucault (Vigilar y Castigar, 1975, que expone su teoría del panóptico (construcción cuyo diseño hace que se pueda observar la totalidad de su superficie interior desde un único punto): el panoptismo consiste en ser capaz de imponer conductas al conjunto de la población a partir de la idea de que estamos siendo vigilados).

Foucault denunciaba las instituciones de confinación que inventó el capitalismo: fábricas, escuelas, oficinas, cárceles, manicomios. ¿Habrá que agregar el hogar como posible institución de relativa confinación?

Ya el Big Brother (Gran Hermano) del libro de ciencia ficción de Orwell, ¨1984¨, publicado en 1948, y ¨Nosotros¨ del ruso Zamyatin escrita en 1924 denunciando al Gran Hermano Socialista, pero que no fue publicada en ruso hasta 1988, debido a problemas de censura; seguido del más conocido Un Mundo Feliz, de Huxley publicado en 1932, que irónicamente anticipaba lo que podría llegar a ser también una sociedad capitalista, con sus problemas de explotación, drogas, etc.

Esas anti-utopías de vigilancia total se volvieron ¨diversión¨ casera con el importado formato televisivo de los ¨Reality shows¨ de Big Brother por televisión en 1999 en Holanda y desde ahí su franquicia se extendió al mundo y a principios del siglo 21 en México se estrenó en México, en 2002. Este Reality de aislamiento duró una década transmitiéndose globalmente con éxito y cambió el modo de ver televisión en el mundo, convirtiendo en espías conscientes a los aislados protagonistas, y en perversos mirones inconscientes a los curiosos espectadores, que invadían la voluntaria exhibición de su confinada ¨vida cotidiana¨ en las pantallas. ¿Prefiguración o entrenamiento para nuestro disciplinado actual estado de excepción que se ha vuelto la nueva normalidad? Recomiendo la lectura de un breve e interesante libro de Fernando Andacht: El reality show: una perspectiva analítica de la televisión (Grupo Editorial Norma, 2003), que empieza con un capítulo sobre el modelo semiótico de Charles Sanders Peirce para quien signos y pensamiento son lo mismo, lo cual es importante para entender el nuevo Capitalismo de Signos o Semiocapitalismo (o capitalismo semiótico).

 (Andacht es nacido en Uruguay, es Doctorado en Filosofía por la Universidad de Bergen, en Noruega y se desempeña como Profesor Titular del Departamento de Comunicación de la University of Ottawa, Canadá, desde 2006. ¿Recuerda al canadiense Marshall McLuhan, famoso por su enfoque experto en medios, especialmente la televisión y su efecto sobre el ser humano?).

La devastación psíquica que golpeaba ya antes de la pandemia a las generaciones, hoy -después de la pandemia- con el enrarecimiento del contacto corpóreo y afectivo, y con la modificación horrorosa del ambiente comunicativo (polarización: cultura del odio), ha agudizado esos síntomas de alteración mental colectiva que se cruzan transversalmente por todas las generaciones, sin distinciones de edad, etnia, clase o género.

En esta etapa de emergencia, Zoom, la que era excepcional aplicación de videoconferencia, y como otras de ese tipo, se hizo bastante común y se convirtió en un instrumento ¨normal¨ debido a las medidas aislantes contra el coronavirus. Este fenómeno llega en un momento en que una gran cantidad de personas dependen de las herramientas de videoconferencia para comunicarse (¿panóptico digital?), ya que están confinadas en sus hogares (home office, home school), teletrabajadores del precariado (que es ser peor que el antiguo proletariado en vías de extinción), es decir, personas que sufren de precariedad laboral, una condición de existencia sin predictibilidad o seguridad, ni económica ni temporal, ni social y que han aumentado en número por causa de la pandemia).

Hoy, todos somos de la Generación Zoom...ista. Mientras que las generaciones de la primera mitad del siglo 20 miraban pasivamente las pantallas de cine y las de la segunda mitad lo hicieron también en las de televisión, en el último cuarto del siglo 20 empezaron a usar las pantallas de videovigilancia remota y la computadora personal para trabajar, divertirse y transmitir textos e imágenes, y en el siglo 21 las nuevas generaciones empiezan activamente a comunicarse en tiempo real, de pantalla a pantalla, y no sólo a ver mediante ellas imágenes prefilmadas.

En suma, hoy con la pandemia se trastocan de forma impredecible las tendencias que ya presentaba el nuevo Capitalismo de Signos: primero, se agudiza la financiarización de la vida (proceso por el que los intermediarios financieros y las tecnologías digitales han adquirido una influencia sin precedentes en nuestra endeudada vida cotidiana), y segundo, se intensifica la Virtualización digital de las relaciones (intercambio simbólico con signos, imágenes en vez de cuerpos). Ambas tendencias generan nuevas formas de malestar social a todas las edades, intensificando la psicopatología de la vida cotidiana.

(Para abundar sobre la financiarización habrá que leer el libro de la hija de Karl Polanyi, la canadiense Profesora Emérita de la Universidad de McGill, Kari Polanyi-Levitt, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 2018, De la gran transformación a la gran financiarización. Sobre Karl Polanyi y otros ensayos). Su padre fue autor del trascendente libro escrito en 1944 La Gran Transformación).

Las nociones y clasificaciones de las Generaciones tendrán que observarse desde este nuevo ángulo y la evolución de la economía mundial deberá comprender una nueva concepción del desarrollo que dé prioridad a la salud, incluyendo la mental.

Como apunta Berardi en su muy reciente libro El Umbral. Crónicas y Meditaciones (Editorial Tinta Limón, septiembre 2020):

¨Lo único seguro es que cruzamos el umbral: ya no hay normalidad a la que se pueda volver¨.

En fin, la ansiada vacuna contra el Covid-19 podrá dar una tregua, una oportunidad de restablecer una nueva convivencia. Esperemos que sirva para revaluar nuestra actual vida virtual y diseñar nuevos modos que nos ayuden a ser más humanos en nuestra coexistencia con la sociedad detrás de las pantallas.


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Javier Ortiz de Montellano

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