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Publicado en Opinión

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Jueves, 03 Diciembre 2020 00:08 Escrito por 
Carlos Carral Carlos Carral La calumnia con opinión

Interjet lleva con hoy 6 días sin operaciones en todos sus vuelos, si alguno de los usuarios demorados tenía urgencia en llegar a su destino, definitivamente no llegará, lo peor es que no hay una fecha cierta para que reanuden operaciones, los únicos cambios son en su consejo de administración, cambios que más que reestructurar operaciones, parece buscan declarar la quiebra de la empresa, pues no se ve como puedan reanudar operaciones de manera sostenida en las próximas semanas y meses.

El problema no es cosa menor, huele a fraudes, incumplimientos, etc, en general no huele bien la situación en Interjet, para muestra un botón, personajes como Carlos Cabal Peniche, aquel banquero del salinismo que usted recordará como parte de los grandes beneficiados del Fobaproa (Fondo Bancario de Protección al Ahorro), fueron parte de los accionistas detrás de la empresa, quien hasta hace unas semanas formó parte de ese circulo junto a otros personajes también cuestionados, como los Alemán Velasco y Alemán Magnani.

¿Quién atiende a los usuarios afectados en el caso Interjet?, definitivamente nadie, quién responde los teléfonos y atiende en un mostrador es un empleado o empleada más, alguien que para efectos prácticos es un afectado más de lo que ocurre en esta empresa, momento en que nos damos cuenta de que Interjet no existe en realidad, que es una ficción jurídica detrás de la que están personas que entran y salen según sus intereses, dejando atrás malversaciones de recursos y otras prácticas negativas de tipo económico y comercial, con las que cargan trabajadores y clientes.

El caso de Interjet es similar al que vivió Mexicana de Aviación en su momento, en este último caso han pasado 10 años y ni trabajadores ni usuarios afectados han visto en su bolsillo el rembolso por los vuelos cancelados o el pago de salarios no cubiertos y finiquitos ante la desaparición de la empresa, una historia que todos los días viven muchas empresas, no solo las del mundo de la aviación, las del mundo textil, las del mundo de la prestación de servicios y en general cualquier empresa en cualquier rama económica.

Las personas jurídico colectivas o mal llamadas “morales”, son una creación de la Roma antigua, con la aparición de las corporaciones los romanos nos mostraron que se podían crear personas con atributos diferentes a los de las personas de carne y hueso que las conformaban, cada persona mantenía la independencia sobre sus obligaciones, derechos y bienes, hasta ahí todo parecía ir bien, la idea era que los objetivos de estas personas colectivas trascendieran la mortalidad de las personas físicas que las creaban.

El asunto pronto fue a mal, mientras más se fueron complejizando la variedad de posibilidades de existencia de las personas colectivas, se fueron aprovechando para limitar los alcances jurídicos ante el incumplimiento de sus obligaciones, claro, en lo relativo al patrimonio de sus fundadores y accionistas como deudores solidarios, proceso que incluso al día de hoy nos ha llevado a que existan personas “morales” que dejan completamente liberados a quienes las conforman ante un virtual incumplimiento en el pago de deudas o manejos fraudulentos.

Sí estimado lector, lo que estoy diciendo es que en muchos casos el discurso romántico de que la necesidad de que estas personas colectivas existieran, era que su objeto continuara ante la muerte o sustitución de sus miembros, fue solo eso, un discurso, en realidad estas personas colectivas son la fachada de negocios viciados, contratos otorgados a conocidos y en muchos casos la desaparición de recursos, aunque esto afecte a sus virtuales clientes, algo tan común hoy en día.

Si vemos la historia de nuestro país, veremos que hay una constante sobre todo en la vida pública, contratos otorgados a personas jurídico colectivas recién creadas, que solo operan con el mínimo del capital social que la ley les exige para su existencia, así es que ya nos podemos imaginar qué ocurre cuando desaparecen o incumplen con el servicio que les fue contratado.

Para los abogados la discusión debe ser profunda e importante, ¿son en efecto las personas jurídico colectivo necesarias y benéficas? o por el contrario, ¿son un cáncer en medio de este caos económico y social que vivimos? Al final del día la conclusión será fuente de cambio en la ley, en el que tenemos que limitar que unos cuantos se sigan enriqueciendo dejando a trabajadores con una mano adelante y otra atrás, de manera repentina y sin dar un servicio por el que cobraron por adelantado.

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Delegado Presidente de la Delegación Valle de México del
Colegio de Abogados del Estado de México

 


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Carlos Carral

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