Circula por la avenida, apurado porque debe reunir lo suficiente para pagar las cuentas, preocupado porque no sabe si le alcanzará para todo lo de fin de año. Está atorado en el tráfico y avanzan a vuelta de rueda. Repentinamente muere aplastado porque la cayó una retroexcavadora.
La historia empezó a circular la tarde de este miércoles. Dos personas muertas y seis heridos, el saldo del accidente.
¿Cuántas obras se encuentran en proceso? ¿Cuántas de ellas se realizan en condiciones óptimas? ¿Cuántas cumplen con procedimientos y mecanismos de seguridad para evitar accidentes, tanto para los trabajadores como para quienes se encuentran cerca de las obras?
Permanentemente se encuentran obras en diferentes puntos de las ciudades y del país, donde observamos trabajadores de la construcción que –literalmente- se juegan la vida al borde de una carretera.
¿No sería necesario que existan las condiciones mínimas de seguridad? ¿De quién es la responsabilidad: de la constructora, de la autoridad que otorga el permiso, de la instancia municipal o estatal?
Es altamente probable que el dictamen, en el caso de la retroexcavadora que cayó ayer de una altura aproximada de 15 metros, indique que fue una maniobra equivocada del conductor del equipo, quien perdió la vida en el accidente y, obviamente, ya no podrá defenderse. Habrá que ver quien asume la responsabilidad y cubre las pérdidas.
La necesidad de realizar obras que mejoren las condiciones para transitar es innegable, sobre todo cuando se trata de zonas densamente pobladas, pero debería ser fundamental que se garanticen las condiciones de seguridad de quienes ahí laboran o circulan alrededor de las obras.
Uno de los elementos que consideramos los ciudadanos para valorar a un gobierno son las mejoras en las condiciones de vida que pueden proveernos y uno de los componentes lo constituyen las obras, particularmente aquellas que son claramente notorias para la gente.
Hace algunos años, escuché de algún político señalar que no era bueno hacer obras bajo tierra (drenajes, electrificados subterráneos o ductos de agua) porque –según él- la gente no las podía ver y no las apreciaría; en cambio, aquellas obras grandes y muy visibles eran necesarias para que fueran recordadas y entonces las personas dijeran: “sí están trabajando”.
En algún momento, incluso, cuando se acercan elecciones, se intensifican las obras del gobierno –de todos los ámbitos y de todos los partidos políticos- además de los programas sociales, a fin de que la gente, los votantes de manera particular, perciban que sí se hacen cosas, que sí se trabaja.
Un mensaje importante sería hacer las obras y hacerlas bien, no solamente para que perduren, sino también de una forma profesional, más allá de solamente colocarles un casco o un chaleco de 100 pesos a los trabajadores.
Contar con las condiciones apropiadas para que los trabajos se desempeñen de manera segura e incluso limpia, hasta donde sea posible, sería un mensaje contundente para la ciudadanía en general, más allá de colocar un letrero que anuncie tal o cual acción.
PERCEPCIÓN
A quienes me obsequian su lectura en este espacio, les deseo que celebren las fiestas de fin de año en paz, con salud, amor y en abundancia, rodeados de las personas que aman y que el próximo año 2018 sea una etapa de plenitud en todos los aspectos de su vida. Reciban todos un gran abrazo y nos leemos el 11 de enero.
VOTO 2018 PERCEPCIÓN
Ha marcado agenda, pero falta pasión y energía. ¿El mensaje ecuánime y sereno será suficiente para convencer? Mucho por hacer en la batalla por la Presidencia de la República, que apenas arrancó.
