Querida Marcela

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Publicado en Opinión

Querida Marcela

Miércoles, 26 Abril 2023 01:31 Escrito por 
Ivett Tinoco Ivett Tinoco Matices

El sonido de las notas de Rachmaninov, Bach y Schubert se mezcla en mi cabeza, recordando el día en que le despedimos. La sala estaba llena de flores blancas y cada rostro reflejaba la nostalgia que ahora nos abruma.

En aquel momento, me di cuenta de que había perdido a una maestra, una mentora, una amiga.

Recuerdo cuando me incorporé a su equipo de trabajo -sin conocerle antes-, me dijeron que tenía el privilegio de estar en un curso intensivo de administración pública, con una de las mejores maestras. Y no exageraron, muy pronto aprendí que tenían razón. Su capacidad para enseñar y motivar era única, y yo estaba agradecida por cada consejo y cada enseñanza.

A su lado aprendí el ABC de la administración pública. Una Maestra, así con mayúscula –me decía a mí misma- mientras veía las miradas ausentes de personas que entraban y salían de esa sala, tan llena de gente y tan vacía de usted.

Marcela no era sólo una experta en administración pública, era también una experta en la vida. Compartía todo lo que tenía, desde un taco de mantequilla hasta un proyecto, y sabía que la esencia de la amistad era precisamente eso: compartir. Y cómo disfrutábamos de los sabores y los aromas de la vida, especialmente los chiles en nogada y el buen mezcal.

Hacia el final, me resultó admirable advertir lo sólido de la hermandad con sus amigas del Kinder, tanto como con las del servicio público. Las pudo usted contar, una a una, con los dedos de las manos. Yo, por mi parte, nunca volveré a escuchar a Elvis Presley ni ver en la pantalla a George Clooney, sin traerla a mi recuerdo.

Admiraba su filosofía del desacuerdo, que nos hacía crecer al confrontarnos con nuestras propias ideas. Su padre le enseñó a ser independiente y a tomar decisiones, y eso se notaba en cada una de sus acciones. Fue una de las precursoras del movimiento feminista, luchando por la libertad, la igualdad y el alto a la violencia. Y recuerdo que sus uñas pintadas de verde, morado y naranja eran un símbolo de ese compromiso.

Afortunadamente, siempre han existido personas como usted, sin tantos prejuicios, que sustentan su relación de pareja en la pureza del amor, la confianza y la libertad de las emociones. A principios de la década de los ochenta, la vida le tenía preparada una gran sorpresa, no la de ser candidata a diputada –que también fue una sorpresa–, sino la de conocer a ese amor, que lo fue para toda la vida. No sólo ganó aquellas elecciones tan competidas, ganó sobre todo una vida al lado de su mejor amigo, su mejor compañero, su cómplice. Su gran amor.

Logró ensamblar los lazos de sangre con una cercanía peculiarmente amorosa, trascendiendo la relación de tía a hermandad con instinto maternal, esa peculiar transmutación de sentires es algo que siempre admiré. 

Creció en una época mucho más ruda para las mujeres, eso no le impidió hacerse escuchar, se movió de lugar cuando consideró que no le estaban respetando y regresó con más fuerza a sus convicciones ideológicas.

De joven cultivó la esencia de eso que se llamaba “nuevo feminismo”, ese movimiento al que tanto le debemos las mujeres de hoy en día, y con el cual seguimos en lucha, porque seguimos en deuda.

Recuerdo cómo se hinchó mi pecho de orgullo al escucharla decir, previo a una marcha del 8M: “No, no pondremos barricadas para defender las paredes de las pintas del movimiento feminista, sería más fácil que nos dejen de matar”.

Su presencia y sus enseñanzas están presentes en cada una de las cosas que hago, desde celebrar la vida hasta evitar el desorden. Y aunque nunca logré seguir su ritmo en la lectura, siempre admiré la cantidad de libros que podía leer en una semana.

Gracias por enseñarme que “no era lindo” utilizar el celular en alguna reunión. Gracias por enseñarme a celebrar la vida, empezando por mi propia vida, por provocarme a desconectarme en cada vuelta al Sol, para darme la oportunidad de soñar y compartir con mis afectos.

Y así usted construyó su propia historia, no porque la haya escrito; sino porque la abrevamos en trocitos quienes tuvimos el privilegio de conocerle y compartir a su lado.

Amante de la danza, el cine, la música, el arte. Quizá por eso decidió despedirse el día internacional del libro, al ritmo de la Vita Nostra, con la serenidad de la misión cumplida. 

Marcela, gracias por enseñarnos a vivir. Gracias por todo y por tanto. Hasta siempre…


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Ivett Tinoco García

Matices

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