Siempre que hablamos del tablero político en el Estado de México, lo hacemos considerando a la oposición a Morena. Pocas veces consideramos a sus aliados: el PVEM y el PT. Morena, como fuerza dominante, tiene a su lado a dos partidos estratégicos que han sido de utilidad a los partidos en el poder en su momento: PRI, PAN y ahora Morena.
La relación siempre tiene sus tensiones, sobre todo ante las propuestas de reforma electoral impulsadas desde la presidencia, que pretenden eliminar diputaciones plurinominales y reducir el financiamiento a los partidos políticos, entre otras cosas.
En el caso del Estado de México, la alianza ha funcionado en lo electoral y en lo legislativo. El PVEM y el PT saben que solos difícilmente tendrían posiciones en el Congreso local o en las presidencias municipales. Morena, por su parte, sabe que estos aliados son operadores con estructuras locales, liderazgos específicos y cierta capacidad de movilización. Claro, la situación se complica, se pone tensa, cuando se tocan los recursos y los espacios de representación.
El punto más crítico es la eliminación de las diputaciones plurinominales. Para partidos como el Verde y el PT, que dependen de este mecanismo para tener representación en los congresos, significaría un golpe tremendo, una amputación política. Sin las pluris, se reducen las posibilidades de contar con una bancada propia, lo que los dejaría como un apéndice, sin voz ni voto reales.
La reducción del financiamiento público a partidos políticos es otro tema de tensión. El discurso presidencial va directo al corazón ciudadano, que desde hace años sólo pide menos gasto en política y más inversión en programas sociales. Pero, en la práctica, los partidos pequeños saben que sin dinero suficiente su margen de acción es mínimo. Y en el Estado de México, donde las campañas se juegan con estructuras territoriales y costosas, la falta de dinero puede significar invisibilidad electoral.
PVEM y PT no pueden oponerse abiertamente a la presidenta Claudia Sheinbaum ni a Morena, pues romper la alianza sería condenarse a la irrelevancia o desaparición. Pero, en los corrillos políticos mexiquenses, manifiestan sus inquietudes. Entonces, no les queda más que apoyar la narrativa de austeridad y democracia directa, sin renunciar a la supervivencia partidista.
Y luego de este malestar también hay un reclamo interno cada vez más constante. Algunos liderazgos de Morena creen que el Verde y el PT sólo se quedan con espacios que deberían ser para los auténticos morenistas. Diputaciones, regidurías y hasta alcaldías están en manos de políticos emanados de los aliados, lo que ha generado resentimiento en las bases guindas, que sienten que su trabajo de tantos años en territorio se usa para engordar las filas de partidos que, en el fondo, no comparten la esencia de la llamada Cuarta Transformación.
La pregunta es: ¿cuánto están dispuestos a ceder el Verde y el PT para no quedarse fuera?
El PVEM, históricamente pragmático, suele negociar bien si le garantizan los espacios y los recursos. No sería extraño que el dirigente en la entidad, José Couttolenc, mantenga esa alianza con Morena, pero también abra algunas puertas con la oposición, por lo menos para presionar.
El PT, con una base más ideológica pero más reducida, quiere seguir en su papel de “hermano menor” del lopezobradorismo, pero no deja de temer a la desaparición si las reformas avanzan. Alguna vez Enrique Peña los rescató, pero ¿tendría tan buena suerte de nuevo?
En la práctica, el escenario electoral mexiquense en 2027 dependerá de cómo se resuelvan estas situaciones. Si Morena hace cambios radicales en la ley, PVEM y PT podrían ver disminuido su margen de negociación, pero no dejarían de ser útiles en la operación territorial. Si logran negociar, por ejemplo, en 2027, candidaturas comunes más generosas, podrían sobrevivir con oxígeno prestado. Pero, ¿qué tanto está dispuesta a ceder Morena?
Ya veremos si el Verde y el PT quieren tener vida política propia o ser satélites de Morena por muchos años, callados o en un papel de “sicarios políticos”.