Discurso de odio para intimidar
DigitalMex - Periodismo Confiable
Publicado en Opinión

Discurso de odio para intimidar

Miércoles, 10 Septiembre 2025 00:10 Escrito por 
La Tribu Entera La Tribu Entera Ricardo Joya

El "discurso de odio" hace referencia a un discurso ofensivo dirigido a un grupo o a una persona. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), en su Estrategia y Plan de Acción para la Lucha contra el Discurso de Odio, lo define como "cualquier tipo de comunicación, ya sea oral o escrita —o comportamiento—, que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo” en función de lo que son, basándose en su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad.

Aunque no existe una definición universal del “discurso de odio”, de acuerdo con el derecho internacional en materia de derechos humanos, el concepto todavía se debate ampliamente, sobre todo en relación con la libertad de opinión y expresión, la no discriminación y la igualdad.

El “discurso de odio” —según la ONU— posee tres características fundamentales: 1. Se puede materializar en cualquier forma de expresión como imágenes, dibujos animados, ilustraciones, memes, objetos, gestos y símbolos, y puede difundirse tanto en internet como fuera de ese ámbito. 2. Es discriminatorio (sesgado, fanático e intolerante) o “peyorativo”, despectivo o humillante, en contra de una persona o grupo social, y 3. Se centra en “factores de identidad” reales o percibidos que pueden ser su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia o género, además del idioma, origen económico o social, discapacidad, estado de salud u orientación sexual.

Las tres características fueron evidentes desde el pasado fin de semana en contra de una estudiante de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), quien “tuvo la osadía” de cuestionar y encarar a un senador de la República, mundialmente conocido y recientemente registrado en un “encuentro boxístico” con el dirigente nacional del PRI. Me refiero al senador Gerardo Fernández Noroña.

La “ofensa” que cometió la estudiante fue atreverse a cuestionar la congruencia del legislador y acusó que él había expresado descalificaciones en contra de la senadora Lily Téllez. El error (sí) de la estudiante fue referir una expresión que supuestamente dijo Noroña y que hasta el momento no se ha comprobado, pero el resto de su argumentación giró en torno a las propiedades del senador y la austeridad, poniendo en duda su congruencia.

Al hacerse “virales” las expresiones de la estudiante, inmediatamente las hordas de bots y trolls afines a Noroña empezaron a acreditar el “discurso de odio” contra la joven y en contra de quienes nos atrevimos a reconocer en ella a una joven que tuvo el valor de encarar al senador, y aunque su argumento tenía imprecisiones, se animó a hacer públicas sus diferencias con el proceder del ex presidente del Senado.

En mi caso, me dieron una visibilidad que no había tenido nunca en la red social X (antes Tuiter), en dos contenidos que publiqué con respecto al tema; se superaron las 23 mil visualizaciones, hasta las 4:30 de la tarde de ayer. Aunque ese no es el punto.

Llamaron mi atención los perfiles y las expresiones que emplearon en contra de ella. Perfiles —la mayoría creados artificialmente— que no tenían ni 100 seguidores y expresiones dignas de una turba de borrachos mala copa, y unos que otros “académicos” y “profesionistas” que solo se enfocaron en insultar y ofender a la joven, y a su servidor.

Quienes saben del tema y la operación de esas cañerías digitales me dicen que son estrategias que emplean personas afines (e incluso financiadas) a grupos de poder oficial. Si eso fuera real, qué lamentable que se empleen recursos públicos para promover el discurso de odio en contra de cualquier persona.

Qué repugnante es observar cómo, en el ambiente digital, se puede operar una estrategia para descalificar y violentar a quien les parece incómodo o a quien está en contra de ciertos personajes.

El hecho es que una joven —por la razón que sea— se atrevió a expresar su rechazo hacia una figura pública y, en estricto sentido, ejercer su libertad de expresión no debería ser motivo para los ataques que ha recibido desde hace unos días.

En mi caso, tomé conciencia del caso de la joven y me enteré de que es estudiante del Estado de México, gracias a que mi estimado Pepe Nader es su profesor y me animó a entrar en apoyo de Victoria. Lo asumo con orgullo, porque necesitamos juventudes críticas que intenten mejorar las cosas en este país. Naturalmente, tendrá que aprender y madurar, pero ya mostró valentía para hacerlo en un espacio público.

El caso me hizo recordar cuando, en 2005, otra joven estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública de la UAEMéx cuestionó al entonces candidato a la gubernatura del Estado de México, Enrique Peña Nieto.

En el Aula Magna de la UAEMéx —a diferencia del resto de sus compañeros, que alababan al priista— ella le “echó en cara” que los políticos siempre les hablaban “bonito” a los jóvenes, pero que solamente hacían concursos de ensayo y oratoria, y no había políticas públicas reales en su beneficio. Recuerdo las caras de la mayoría de las personas y autoridades en ese momento, aunque nadie la atacó.

A diferencia de ahora —cuando se operan expresiones de violencia en contra de Victoria—, el entonces candidato (y luego gobernador) y su equipo se interesaron en el perfil de esa joven y le abrieron las puertas para que iniciara su carrera política. Aquella joven estudiante de 2005 ahora es una política profesional; se llama Paola Jiménez Hernández, actual diputada local.

Los tiempos han cambiado y no veo señales de que la libertad en redes socio-digitales eleve el nivel del debate y, por el contrario, aumenta la polarización que desde años empezó a gestarse en este país. Sin embargo, Victoria, Paola y muchas jóvenes más deberían tener la tranquilidad de expresarse sin que sean objeto de violencia, aunque parece que las “benditas redes sociales” funcionan más para intimidar y no para construir.

Visto 106 veces
Valora este artículo
(0 votos)
Ricardo Joya

La tribu entera