Anclados en la tragedia
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Publicado en Opinión

Anclados en la tragedia

Viernes, 12 Septiembre 2025 00:05 Escrito por 
Ana Liza en línea Ana Liza en línea Mariel Álvarez Sánchez

Vivimos anclados a la tragedia, o quizá es un bucle del que no podemos salir. Es la consecuencia de la corrupción, de la falta de prevención y del abuso del poder.

El hacerse de la vista gorda —por ahorrarse o quedarse con unos pesos— ha cobrado demasiadas vidas en nuestra historia.

En el temblor del 85 se supo que había edificios mal construidos, con fallas detectadas desde antes del desastre. Pero se hace fácil jugar con la vida de otros mientras no afecte a los dueños del dinero o a quienes buscan obtenerlo.

Lo mismo ocurre cuando un estado sufre inclemencias del tiempo: los recursos destinados para emergencias desaparecen o se desvían a otras arcas.

Esta vez fue una pipa: sin permisos, sin control, vieja, con una válvula defectuosa. Circulaba como si nada, hasta que explotó.

Y, como siempre, quienes iban a pie, en metro o en camión —los que menos tienen— fueron los que pagaron el precio de los olvidos y de la falta de madre.

No hay justificación. Y difícilmente habrá justicia, porque así es en México. Nadie olvida la Línea 12, menos las familias de quienes murieron o quedaron con secuelas. Los únicos que pueden olvidar son quienes tienen el privilegio de huir a otro país o pagar a las personas correctas para nunca afrontar las consecuencias de sus actos.

Hoy hay 22 personas debatiéndose entre la vida y la muerte, 66 hospitalizadas y 8 que ya no están. Entre ellas, Daniela Barragán, estudiante de la UNAM, que, como millones, cruzaba la ciudad cada día para alcanzar un sueño.

Cada video duele: el de la abuelita que fue escudo humano, el del estudiante que pedía ayuda porque no podía ver, las personas tendidas en el suelo con restos de ropa quemada pegada al cuerpo. Dan ganas de llorar.

No habían pasado muchos días del choque entre un camión y un ferrocarril. También sentí impotencia viendo a la gente tirada, gritando de pánico mientras el tren arrastraba al camión.

La misma rabia me golpeó el 5 de junio de 2009, cuando 49 pequeños murieron quemados en la guardería ABC por la negligencia de quienes debieron protegerlos.

La empresa Transportadora Silza, dueña de la pipa que explotó en Iztapalapa, emitió un comunicado en el que lamentó lo ocurrido y aseguró que colaborará con las autoridades en la investigación. Sin embargo, las palabras no bastan cuando las víctimas siguen en terapia intensiva y las familias lloran a sus muertos. La indignación no se calma con comunicados: se necesita responsabilidad y que alguien asuma las consecuencias.

México ha mostrado solidaridad en cada uno de estos momentos. Nunca dudaré de la nobleza de su gente. En esta explosión corrieron con agua, ayudaron a los heridos, prestaron motos, carros y teléfonos para intentar salvar vidas. La solidaridad nos salva del dolor. Pero no debería ser el único refugio en un país donde la justicia sigue ausente.

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Mariel Álvarez Sánchez

Ana Liza en línea