En días pasados asistí a un programa trasmitido en redes sociales y la pregunta obligada fue ¿quién ganará la elección de gobernadora? Para contestar la pregunta uno tiene varias alternativas. La primera, y más elemental, es referirse a los números de las encuestas, pero éstas suelen ser tendenciosas, siempre hay quien las publica como propaganda, desde luego también las hay del propio interés del medio y las reales tal vez nunca las conoceremos y quedan seguramente para la elaboración de estrategias de los dirigentes, consultores políticos y tomadores de decisiones.
Otra fuente pueden ser las circunstancias en las que tiene lugar la contienda. El riesgo con esta opción es que los elementos de análisis cambian día con día, son muy inestables. Otra fuente podrían ser los “opinólogos” que son generalmente políticos que escriben o comunicadores que hacen pública su visión, no siempre con objetividad y, claro, cada uno de los partidos dirá que su candidata va a ganar. Lo cierto es que tendrá que ver mucho otro tipo de condiciones y estrategias que pretendo revisar con ustedes en esta ocasión. Por ejemplo, el grado de conflictividad al interior de los equipos de campaña juega un papel determinante. La integración, en estos equipos, de diferentes liderazgos que no siempre están de acuerdo en qué se debe de hacer puede ser una desventaja.
Independientemente de sus experiencias políticas, laborales o personales, cada uno de los simpatizantes de las candidatas tendrá su propia interpretación de las encuestas favorable a su preferida. Considero que las precampañas se orientarán a convencer a los indecisos. Si consideramos que el cerebro humano procesa el 85% de la información que recibe de manera inconsciente, entonces las emociones se convierten en la principal herramienta que activará los votos para obtener el anhelado triunfo.
Se dice que nadie puede votar por alguien que no conoce y yo agregaría que nadie debiera votar por alguien de quien no puede predecir su conducta. La empatía será una de las principales características de las candidatas en precampaña, es decir, esa capacidad de compartir las experiencias de vida, así como entender los pensamientos y sentimientos de otros., Amables lectoras/es, ¿y ustedes con quién empatizan más?
Respecto a la imagen que proyectan, encontrarán a Delfina mucho más casual e informal, rodeada en muchos casos de sus dirigentes para que le sirvan de aval a su proyecto. Por su parte, Alejandra diversifica más su imagen en cuanto a quiénes la acompañan en los medios en ocasiones con dirigentes, otras más sola y desde luego publicita sus fotos con los asistentes, el público que le acompaña. Alejandra está más hecha para la pose de fotografía, aprovecha más la “photo opportunity” como lo llaman los consultores políticos.
Es claro que quien avance más, tanto en la precampaña como en la campaña, será quien sea más innovadora, incluso disruptiva (viene a la mente Samuel García y su “fosfo fosfo”) y que conforme un equipo de profesionales en campañas. Ganará quien se adapte mejor al desarrollo y contexto político o haga una campaña adaptativa, que se destaque de manera incremental es decir crecer cada día más. La persona que gané sobresaldrá al ser percibida como sensible, agradable, al tiempo que sepa utilizar la tecnología a su favor, como las redes sociales, y se convierta en la lideresa de una gran cruzada estatal, que libre su propia batalla y no esté al amparo de la figura del presidente o del gobernador, en otras palabras, que tenga luz propia.
Que esa lideresa sepa ser la jefa de todas/os, despertar el mayor interés con una batalla continua, que sepa desprenderse de arquetipos, que sea la heroína que defiende a quienes no tienen voz y sepa identificarse con ellas/os. Que sepa alzar la voz, firme y digna, cuando se requiera. Que sea todo terreno, es decir, con capacidad para establecer un diálogo con la más amplia diversidad de públicos. Y diversidad en todos los ámbitos posibles: edades, ocupaciones, orígenes étnicos, niveles de estudio, lugar de residencia, géneros. La lideresa que esperamos tiene que saber dialogar con todas/os, en especial tiene que saber escucharnos sin etiquetarnos antes de conocernos.
Una persona que lo mismo sepa ofrecer una disculpa que ser agradecida. Porque los humanos no somos perfectos, cometemos errores y quien es capaz de reconocerlo y rectificarlo es muy valioso. Necesitamos alguien que sepa oír aquello que se grita con el silencio, que interprete el sentir ciudadano, que haga saber a sus seguidores que es cercana a su dolor, cuando lo haya, que hace suyas sus aspiraciones a mejorar y que está dispuesta luchar por ellas/os. Y claro, en la era de las redes sociales, que sepa atender a sus fans, que se saque selfis para Twitter, Instagram y Facebook y firme autógrafos a quienes se los pidan.
En conclusión, no importan los números de las encuestas, o la opinión de los expertos, ni siquiera la trayectoria de los eventos pasados. Lo único que importará es si sabe llegar al corazón de los electores, si provoca las emociones que hagan sentir mejor a sus electores y tiene empatía con ellos. Entonces, sólo entonces, ganará la elección.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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