La señora X

DigitalMex - Periodismo Confiable

Publicado en Opinión

La señora X

Domingo, 23 Julio 2023 09:36 Escrito por 
Irma Cruz Irma Cruz Espacio de libertad

“La violencia en contra de las mujeres implica la negación de su humanidad porque afecta no sólo sus derechos sino, incluso, su existencia” (CEDAW, 1979).

A lo largo de la historia de la humanidad, la violencia de género en contra de las mujeres siempre ha estado presente, aunque tiene muy poco de haber sido tipificada como tal. Marcela Lagarde afirma que la violencia contra las mujeres es un tipo de violencia que se produce en un esquema de poderes desiguales, que busca someter y controlar a las mujeres, que las daña, lesiona y transgrede sus derechos humanos. Entre varios tipos y modalidades, Xóchitl Gálvez es víctima de violencia política contra las mujeres en razón de género. Es verbal, pero puede ser física; es simbólica, pero puede alcanzar la forma más extrema de violencia. Y porque la violencia genera violencia, deben parar los ataques contra “la señora X”.  

Conocí personalmente a Xóchitl Gálvez hace unas semanas. Me tomé una foto con ella en el congreso internacional de la colectiva 50+1 celebrada en Mérida, Yucatán, cuna del feminismo mexicano, que reunió a más de 700 mujeres de varios países. Acudió al evento inaugural encabezado por el gobernador Mauricio Vila, repentino epicentro de la efervescencia política mexicana por la cantidad y calidad de las mujeres reunidas bajo la consigna “Soy poderosa”. Gálvez fue aplaudida, asediada y reconocida por sus iguales. Hoy, empoderada y emancipada, la señora X, así nombrada por sus detractores, enfrenta el odio misógino y machista desatado e incentivado desde la tribuna presidencial con el propósito de debilitarla, descalificarla y desaparecerla del mapa. Ella no se arredra, pero ha pedido “no me dejen sola”.

La violencia que sufre Xóchitl Gálvez no es nueva, es ancestral. Se advierte desde los primeros registros de la actividad política de la humanidad. En la época antigua, las mujeres no aparecen como figuras protagónicas, ni siquiera activas; porque no se les tomaba en cuenta para participar ni, mucho menos, decidir en un espacio que los hombres ya consideraban como propio: el espacio público. En la época medieval, las mujeres que se atrevían a desafiar ese orden eran quemadas en la hoguera. Durante la revolución francesa, Olympe de Gouges se atrevió a exigir que se reconociera a las mujeres como ciudadanas, pero fue guillotinada por el gobierno de Robespierre. Desafiando la estructura patriarcal y andrógina, las mujeres se organizaron en el movimiento político más importante de la historia, porque buscaba conseguir el voto para la mitad de la población en el mundo. En México se reconoció la ciudadanía de las mujeres en 1953 y se les permitió ejercer el voto, por primera vez, en 1955.  La conquista del derecho al voto detonó la conquista de otros derechos, como los político-electorales reconocidos, recientemente, también como un derecho humano.

La reforma política de 2014 aceleró la participación política de las mujeres al incorporar el concepto de paridad como principio constitucional, dando lugar al cambio del sistema de cuotas por el sistema paritario. En 2019, la  reforma en materia paritaria consolidó la incursión de las mujeres en el espacio público. La reforma de “Paridad en todo” contempló tanto cargos de elección, como de designación logrando una paridad total en el congreso federal y varios congresos estatales, en 2021. 

Además, lineamientos complementarios del TEPJF y el INE, bajo la consigna de “Paridad en Gubernaturas Ya” ampliaron la aplicación del principio paritario a cargos unipersonales como las gubernaturas, lo que propició un salto histórico en la ocupación de estos espacios por mujeres. Ahora estará en juego el cargo unipersonal de presidencia de la República y gracias a este marco, hoy son tres mujeres, junto con quince hombres, quienes buscan relevar al inquilino de palacio. Pero ni Claudia Sheinbaum, ni Beatriz Paredes, también aspirantes, se enfrentan a lo que se está enfrentando Xóchitl. 

La violencia en contra de las mujeres fue reconocida por primera vez, hace 44 años, en la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra las Mujeres (CEDAW); quince años después, en 1994, la Convención de Belem do Pará reconoció que todo tipo de violencia contra las mujeres es una violación de sus derechos humanos. En México, los derechos humanos tuvieron reconocimiento constitucional hasta 2011. La violencia se reguló por primera vez en 2007 y se actualizó dentro del paquete de reformas en materia de violencia política contra las mujeres en razón de género en 2020, impactando seis leyes, entre ellas, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

Con este marco normativo constitucional, legal y administrativo de vanguardia internacional, el combate a la violencia de género aún no es un asunto fácil. El presidente insiste en subordinar a la senadora, a un hombre, porque no le reconoce el nivel académico ni profesional que tiene; mientras se refiere a Claudia Sheinbaum como la doctora o la jefa de gobierno, se refiere a la ingeniera y senadora de la República Xóchitl Gálvez como “Xóchitl”, “la señora Xóchitl” o “Xóchitl Gálvez”.

Frente a la denuncia por violencia de género, para que “el presidente deje de referirse a Xóchitl Gálvez en los términos en los que lo hace”, la consejera electoral, Claudia Zavala, sostuvo que las declaraciones del presidente sí constituyen violencia política de género porque presentan a Xóchitl Gálvez como subordinada a un grupo de hombres. Otros dos consejeros electorales, integrantes de la Comisión de Quejas del INE, Rita Bell y Jorge Montaño, negaron la existencia de violencia.

La consejera electoral Dania Ravel, sumada a la visión de Zavala señaló que “cuando el presidente sostiene que Xóchitl Gálvez es una mujer impulsada por hombres y que la van a utilizar para engañar al pueblo, está utilizando frases que contribuyen a reforzar estereotipos de género” los cuales, como es sabido, contribuyen a reproducir modelos erróneos o a generar prejuicios infundados. Para dar la vuelta a esta y otras violaciones reclamadas, desde la tribuna mañanera de palacio nacional, el presidente estrenó una nueva sección: “no lo digo yo”.

Además de la violencia política, el presidente amplió el abanico de agresiones. Violó el secreto fiscal exhibiendo información confidencial de la senadora Gálvez sobre su actividad empresarial, incluyendo información de privados, lo cual está penado por la ley. Un caso histórico porque el agresor es el presidente de México y la víctima es quien podría sucederlo en el cargo. Si consideramos que los derechos de las mujeres costaron sangre y vida de muchas mujeres que nos antecedieron, por conciencia y congruencia, que resuenen las consignas feministas: “Si tocan a una respondemos todas” y “No estás sola”. Porque la violencia política de género es una causa de mujeres. Por eso, todas somos, o deberíamos ser, la señora X.


Visto 1615 veces
Valora este artículo
(10 votos)
Irma Cruz

Espacio de libertad