Arturo Zaldívar: una cortina de humo más

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Arturo Zaldívar: una cortina de humo más

Viernes, 10 Noviembre 2023 00:20 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

No debería de ser para nadie una novedad la escandalosa noticia que representa la renuncia del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea a la Corte, pero lo es, los medios de comunicación, todos, se volcaron tras la noticia. Políticos, clase media, columnistas, etcétera, hablan de la novedad.

 

¿Por qué no debería causar tanto revuelo?

Simple, porque Zaldivar, desde el tiempo en el que fungió como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, aparecía muy obsequioso con el presidente Andrés López Obrador, demasiado para el cargo que ostentaba, pero lo que debió haber prendido las luces de alarma, fue cuando coqueteó con la idea de ampliar su mandato.

Sin embargo, todo fue planeado por aquel que manda en todos los espacios importantes del país, y sigue imponiendo la agenda del día. Ya que, de pronto, como por arte de magia:  Acapulco, el trato con los acapulqueños, la reconstrucción del puerto y el abandono presidencial por el paso del Huracán Otis, dejó de tener vigencia.

Algo que se ha venido dando ya como costumbre en este sexenio a pesar de la tragedia, que es el de imponer otro tema de qué hablar, aunque parezca inverosímil, le ha dado resultados al titular del ejecutivo federal. Tras su penoso primer intento al viajar en un vehículo del ejército mexicano que quedó atascado, nadie, que valga el comentario, se tragó el cuento del presidente damnificado, condición que molestó y mucho, al habitante de Palacio Nacional.

Los días siguientes fueron de batalla campal en contra de enormes granjas de bots, por parte de los comunicadores, aunque también se subieron al ring pesos pesados; López contra el empresario Ricardo Salinas Pliego, un enfrentamiento de pronóstico reservado, no por lo que se han dicho sino por lo que representa.

Esos días, el presidente no pudo ocultar su enojo, habló de las mentadas de madre, de aquellas que celebraba para cuando otro se encontraba en el lugar que hoy ocupa, pero a diferencia de los anteriores, el actual tiene la piel mucho más delgada, no soporta que se hable de la tragedia o que se exhiban culpas y su falta de apoyo, pues la presencia del gobierno ha sido paupérrima. Pero eso sí, se cumple la orden de no quitarle una coma o, en este caso, un centavo a la partida presupuestal de 2024. 0 recursos para la reconstrucción del paraíso de la bahía.

Mientras todo eso sucede, aparece Arturo Zaldívar, a quien se le veía como un cartucho quemado, pues no logró nada de lo que seguramente le habían encargado, y ahora, es quien busca a todos los medios de información posibles para ser entrevistado, porque bien sabe que, en este momento, él es la noticia, él es, lamentablemente para su carrera, quien asume el penoso papel de cortina de humo.

 

¿A dónde cayó el respetado ministro?

Independientemente de lo que ha dicho, en el sentido de que tiene derecho y que su renuncia es idónea y legal; como sea, el propósito es llamar la atención y bien estaba consiente que lo lograría; es el zurrón de una carrera de honor por haber pertenecido al poder judicial, ahora, comerá al igual que sus demás, ya compañeros, sapos hasta reventar.

Porque bien conoce el ministro que constitucionalmente, su renuncia como la quiere presentar, no es posible, pero también es verdad que teniendo como protector a quien no le importa violentar el texto constitucional, no le pasará absolutamente nada, pues a falta de un pretexto mejor, cualquiera será bueno; la sonrisa le llena la cara y los ojos de amor por el tabasqueño.

No obstante, lo que más lástima debería causar a constitucionalistas y profesionistas del derecho, son las declaraciones “cuatroteras” que ha adoptado: la inseguridad “es culpa de Calderón”. Vaya comienzo para su nueva vida política, además de menospreciar las referencias a su determinación por parte de Xóchitl Gálvez, en sí, y sin necesidad de repetir las pobres declaraciones que ha venido expresando el ministro, durará su estruendoso anuncio, lo que tenga que durar, y a otro perro con ese hueso.

Según Arturo Zaldívar, “causa grave”, no se debe considerar como algo que tiene que ser trágico, sino una causa importante y trascendente, primeramente, a juicio del ministro que presenta su renuncia ¿Qué tal con el famoso personaje? ¿A quién quiere verle la cara? ¿de verdad, ese pretexto es el que utilizará?

Zaldívar se suma, por si hiciera falta, a los responsables del debilitamiento de la división de poderes, a quienes gustosos se acomodan como se los pide su líder, la trampa en el discurso es la misma, ha sido utilizada por muchos, en todos los tiempos; no importa mentir porque bien se entiende que las mentiras, entre más grandes, más aceptables.

No es, para beneficio de lo que ellos llaman “proyecto”, su interés enfrentar la realidad. El recrudecimiento de la inseguridad no existe para ellos, lo que sí existe, es que tuvo un origen y ya eligieron cuál fue, fue en el sexenio de Felipe Calderón, eso lo que seguirán repitiendo hasta el cansancio, pretendiendo dejar para el olvido lo permisible que ha sido el gobierno actual con los criminales, a los que no deja de abrazar, mientras aquellos llenan de plomo y miedo a toda la población.

Casualmente, la seguridad, es un tema prohibido, por lo que ha dejado de hacer el gobierno federal, eso sí, vivaz para echar culpas en todas las direcciones; sin pronunciar una sola palabra con respecto de lo que no hace la secretaria Rosa Icela Rodríguez, ¿cuáles fueron sus antecedentes calificados como para asumir el cargo?, no hay, y no habrá profesionalismo en quien se dedicaba a otras tareas.

Zaldívar, así, nada más, disfrutará de su popularidad momentánea, y acudirá a tantos espacios noticiosos como le sean posibles, esos, que, desde luego, dejarán de lado lo verdaderamente importante. Zaldívar debería haber dejado de tener importancia desde el momento mismo en el que permitió crecer la idea de la ampliación de su mandato, pero: periodistas, intelectuales, políticos y pueblo en general, olvidan pronto, y a eso le apuesta el único dueño de la silla del águila.


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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio