La crítica que no puede enfrentar el flamante ministro presidente de la SCJ
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La crítica que no puede enfrentar el flamante ministro presidente de la SCJ

Miércoles, 12 Noviembre 2025 00:10 Escrito por 
Lo bueno, lo malo y lo serio Lo bueno, lo malo y lo serio Alfredo Albíter González

El ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar Ortiz, se vio obligado a enfrentar un ambiente del que normalmente no se le presenta desde que asumió el cargo.

Por lo regular, al nuevo presidente de la Corte se le ha visto pasear cual princesa por los pasillos y saludar “dos cortos y uno largo” a todo aquel que le sonríe o se le acerca para acomodarse a su lado y sentir el poder.

Aguilar Ortiz participó en la conferencia titulada “Reforma Judicial. Democracia y Ciudadanía”, en un foro organizado por la Escuela Judicial Electoral (EJE), del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y la Facultad de Derecho de la UNAM.

Durante su intervención, el ministro presidente defendió, desde luego, la reforma judicial. No podría haber sido de otra forma; de lo contrario, ¿cómo se explicaría que tuviera la fortuna de colocarse en tan importante responsabilidad, ya que su “popularidad” no le sería suficiente si no contara con los conocimientos correspondientes y después de haber hecho la respectiva carrera judicial, además del merecimiento que le acompañara reflejado en los votos de los ministros que lo eligieran para tan relevante encargo?

De acuerdo con la cantidad de asesores que requiere, las exigencias y cambios realizados en las oficinas que ocupa, el ministro se encuentra más preocupado por otras cosas que por lo que debería; peor aún, se encuentra rodeado de personalidades que también se hacen acompañar de demasiados asesores (de alguna manera se tiene que sacar el trabajo) y que demuestran poco interés por el servicio que tendría que ofrecer el Poder Judicial.

Defender una reforma que lo beneficia y ostentar el poder que tiene, ¿qué importancia puede representar para él lo que le digan en su contra o de esa desafortunada elección maquillada de democracia para sustituir a un Poder Judicial en donde el cargo de presidente lo asumió destacadamente Norma Piña, a la que ni siquiera se le puede acercar en destreza y conocimientos?

Pero esos conocimientos que no se le han visto aún los cambia por soberbia, al saber del cobijo que le garantiza realizar las acciones para las cuales fue montado en un escenario controlado y del que la improvisación viene siendo la regla que le permite disponer de las herramientas a su alcance.

Ante ello, el control y dominio que ejerce el partido en el poder, encabezado por la mandataria Claudia Sheinbaum Pardo, quien al principio de su gobierno, dándose cuenta de la preocupación que levantó la reforma al Poder Judicial, había señalado que debía esperar. El súbito cambio de su perspectiva dejó entrever que, a partir de ese momento, debía seguir con las indicaciones del librito y las “recomendaciones” que le fueron dictadas, so pena de hacer enojar al “mesías tropical”.

No es un secreto para los estudiosos del derecho y para mucha gente con criterio propio, de aquellos que se dan cuenta de que esos cambios constitucionales vinieron a destrozar la división de poderes en un claro “golpe de Estado”; que el equilibrio dejó de existir cuando la carrera judicial se sustituyó por personajes “populistas”, quienes, en el arranque de su labor, han reflejado las consecuencias de la improvisación, afectando legítimos intereses.

El ministro presidente, muy seguro de sí, ha hecho declaraciones ante medios de comunicación controlados y se presentó varias veces en ambientes benevolentes. Pero no se había topado de frente con una audiencia cuyo interés es el verdadero estudio del derecho, de su historia, de su aplicación y, sobre todo, de quienes tienen obligación de aplicar criterios razonados.

En la Facultad de Derecho se abre un panorama de conocimiento que implica reconocer el pensamiento del estudioso de la materia, necesario para poder ser abogado, con la posibilidad de interpretar las leyes que, al final, serán su herramienta cotidiana en un futuro cercano, lo que ocupará para cuando defienda a su cliente en los juzgados.

Hugo Aguilar fue increpado por estudiantes de la Facultad de Derecho de la UNAM que asistieron al foro, particularmente por la elección de juzgadores por acordeones. “Usted ha venido a traer un discurso en el que nos habla de acercar la justicia al pueblo, pero acercar la justicia al pueblo es decir que todos los tribunales colegiados de circuito, que los juzgados de apelación, que los juzgados de distrito tengan personas competentes, y en los últimos días todos nosotros hemos visto cómo esto no ha sucedido”, sentenció uno de los estudiantes.

El estudiante continuó: “Señor ministro, en esta facultad los estudiantes tenemos una conciencia crítica, y yo sé que muchos de nosotros aquí pensamos de esa manera, pero no podemos seguir callando; por más autoridad que tenga una persona y por más alto que sea un cargo público, siempre tenemos que ser críticos”.

Lapidarias las palabras del estudiante; la carga de verdad en ellas es imposible de enfrentar con un poco de dignidad, ya que, y lo sabe bien el ministro presidente, no tiene manera de cómo hacerlo, por lo que no tuvo más remedio que tragarse su orgullo y, sin más, momentos después, salir del recinto.

Arrepentidos deben estar los organizadores, quienes tal vez pensaron que sería un paseo la presentación del ilustre personaje ante los estudiantes de la UNAM, que, sin embargo, demostraron el orgullo, con sus palabras, de pertenecer a la máxima casa de estudios de México.

La pregunta que realizó el estudiante, que no tuvo respuesta y que muchos mexicanos tienen interés legítimo en escuchar, fue: “Si se probaran sus nexos con Morena, ¿estaría usted dispuesto a renunciar a su cargo, señor? Solamente así se tendría garantía de que usted no tiene líneas, señor”.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio