El show presidencial
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El show presidencial

Miércoles, 30 Julio 2025 00:20 Escrito por 
Lo bueno, lo malo y lo serio Lo bueno, lo malo y lo serio Alfredo Albíter González

Es increíble la capacidad que tienen los gobernantes para distraer a los ciudadanos de los problemas que enfrenta su comunidad y que no pueden resolver de la forma como lo ofrecieron en campaña. Apoderarse de gran parte de los medios de comunicación les da la oportunidad de generarse, casi de forma gratuita, una publicidad de grandes alcances para “convencerlos” del gran trabajo que realizan y que todo se está resolviendo.

Durante un buen tiempo se contuvo de cierta forma esa descarada necesidad que tienen los elegidos de enaltecer lo que hacen supuestamente por el bien del pueblo con exagerada publicidad a través de la prensa afín; aunque no han sido pocas las ocasiones que sus ofertas solo quedan como tristes testigos de lemas de campaña, las que no necesariamente se crean con el firme propósito de cumplir.

Una de ellas, por ejemplo, utilizada hasta la ignominia por el expresidente Andrés López Obrador representa esa condición: “Por el bien de todos, primero los pobres”. Explotó con ella la esperanza de observar un cambio en la política pública enfocada a sacar de la pobreza a los millones que permanecen en ella.

Para desgracia de quienes creyeron en dicho objetivo, nunca fue esa la intención de López; lo dijo muchas veces en su tribuna, peor aún, pocos quisieron aceptarlo. Pero lemas como el señalado y otros como los siguientes: “Ayudando uno a los pobres va a la segura, es un asunto de estrategia política”; “Morena obtiene sus votos con la gente más ignorante, entre más analfabetismo, más apoyo a Morena”; “Hasta los animalitos –que tienen sentimientos, ya está demostrado– ni modo que se le diga a una mascota: A ver, vete a buscar tu alimento. Se les tiene que dar su alimento”, entre muchas otras joyas expresadas por el creador de Morena, estigmatizan la pobreza.

A final de cuentas, al sistema impulsado por el tabasqueño no le interesa sacar de la pobreza a nadie; es preferible mantenerlos ahí para que dependan del gobierno y que no exijan más, ni piensen de forma diferente o independiente y sigan votando por su partido, lo que les garantizará el poder por muchos años.

Lo importante para la 4T fue alcanzar la meta, traducida en obtener el control de la administración del Estado por conducto de la máxima magistratura. Desde la Presidencia de la República impulsaron los cambios que de antemano ya traían en su proyecto. Una vez alcanzada la gloria por la que ascendieron a través de las escaleras democráticas, les dieron una patada para que nadie más pudiera acceder a ella.

La destrucción de todo resquicio de democracia fue demolido poco a poco hasta lograr lo que hoy tienen: una oposición reducida a su mínima expresión, al tiempo que se encargaron de desaparecer contrapesos para garantizarse elecciones sin competencia, que pronto se verá cristalizada con la reforma electoral que, de acuerdo con lo anunciado por la presidente Claudia Sheinbaum, vendrá con ese propósito, aunque diga que no tiene esa finalidad.

Por otro lado, la increíble carga de promesas con la que llegaron se topa de frente con la realidad, terca como siempre, ya que presenta otra que se niegan a aceptar, y, para mantener la narrativa en su favor, ocultan desaciertos y corruptelas con el tiempo que debería utilizar la prensa para cuestionar, imponiendo en su lugar cortinas de humo. Nunca aceptarán su inoperancia, por eso López Obrador y ahora Sheinbaum levantan un show mañanero con la finalidad de evitar hablar de los problemas espinosos.

Con el propósito de continuar por el camino que se han trazado, ha sido fundamental descalificar lo hecho anteriormente por otros gobiernos, a los que motejan de neoliberales, aunque muchos de los ilustres políticos incrustados en su movimiento no entiendan el significado de la palabra, pero les sirve para descalificar.

Montar su versión sobre los errores de gobiernos pasados les facilita escurrirse para evadir responder a un problema real. Recientemente, la presidente enalteció la labor de los mexicanos radicados en Los Ángeles. Declaró que si los latinos que viven en EE.UU. fueran una sola economía, serían la quinta más grande del mundo. El reclamo de Sheinbaum hacia el vecino del norte, alegando que los 20 millones de mexicanos que trabajan allá ayudan a que California sea la 4ª economía mundial, solo le sirve para su discurso.

El PIB de California en 2024 fue de 4.1 billones de dólares. Aunque, a decir verdad, los migrantes no son solo mexicanos, provienen de diferentes partes del mundo. Entre todos ellos, así como la inversión que hacen los ciudadanos estadounidenses, crean un binomio virtuoso con el resultado señalado.

Sin embargo, es importante aclarar que no se trata únicamente de quienes habiten y sean reconocidos como mexicanos o latinos que trabajan en California. Para entender la dinámica de su desarrollo, esa es una manera muy simple de ver el panorama, porque no es la fuerza de la mano de obra o la inversión en sí, se trata del sistema. Es el sistema lo que arroja esa privilegiada condición y por la que millones de personas arriesgan todo para conquistar. A eso que se le conoce como el “sueño americano”, y no les importa arriesgar su vida y su libertad con el afán de encontrar mejores condiciones de vida que no la obtienen en sus países de origen.

Al día de hoy, EE.UU. ha cerrado sus fronteras, a pesar de que comprende que la mano de obra latina mantiene en la mejor posición su actividad comercial; pues esta es de la mejor calidad, no debe caber la menor duda. Por eso, y por más que se presuma lo que se aplica como política pública es de grandes dimensiones de bienestar, no funciona de esa misma manera de este lado de la frontera como lo hace del lado gringo, por el simple hecho de que México no representa garantías de crecimiento y prosperidad, sino todo lo contrario.

 

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio