Seguramente cuando tienes una situación o problema familiar, ya sea de una deuda o tu negocio, lo primero que te dicen es: demanda. Ante esa situación, me quiero adelantar a ese consejo, porque creo que primero, antes de cualquier proceso legal, deberíamos intentar no referirnos a nosotros, sino al conflicto en sí. ¿Qué quiere decir no referirnos a nosotros? Ah, bueno, quiere decir que no permitamos que el conflicto nos defina. Tenemos que alejarnos de esa situación para que no forme alguna emoción negativa o genere ideas que, a futuro, impidan resolver la problemática.
Primero quiero comentarte que el conflicto es algo que acompaña a las personas. Esto tiene que ver con las percepciones de cada individuo. La idea es que te enfoques en la oportunidad de cambio y mejorar la situación que se presenta. Así, primero tendríamos que aceptar que hay una rutina que se modificó o movió la estructura de tu vida, en otras palabras, a lo que estamos acostumbrados. Si tú quieres o consideras que tienes que dejar que alguien te resuelva tus conflictos, tal vez podrías pensar: ¿cuál es la razón por la que no trato de resolverlo yo?
Entonces, es el momento en que podría entrar un facilitador, alguien que te enfoque en cómo resolver o transitar del conflicto a una situación de transformación, ya sea en materia familiar, civil o mercantil. ¿En qué consistiría esa ayuda? Mira, supongamos que un amigo tuyo te prestó dinero y no te lo ha devuelto. Seguramente lo verías como negativo, pero la realidad es que sólo es un acontecimiento. Tú eres el que le está dando una etiqueta de malo o bueno. Aunado a que si ya estás pensando en demandar, creo que primero podrías acercarte a un profesional de reparar el manto social. Eso es lo que hace el facilitador.
¿Por qué repara el manto social? Tiene que ver con diferentes dimensiones del conflicto. Primero, las personas, en este caso los amigos que tienen un conflicto en relación con la falta de pago de un préstamo. Seguro se pone más difícil si nos encontramos teniendo ideas negativas que no ayudan a resolver la situación, en este caso el adeudo. Entonces, son tres aspectos que podríamos resolver: primero, el malentendido, es decir, dejar de ver cosas que pueden o no ser, y posteriormente aclarar las ideas en nosotros; segundo, ver la situación jurídica real, establecer desde un punto de vista legal un convenio de pago, que permita adecuarse a la realidad que tienen ambos amigos en la actualidad en cuanto al adeudo.
No sabemos si la persona que no ha pagado se enfermó, no tiene empleo, tuvo un percance, y esa es la razón por la cual no ha pagado. Por lo tanto, en la tercera dimensión del conflicto, el facilitador ayudaría a que la amistad se fortaleciera, además de las otras dos dimensiones (como aclarar qué fue lo que pasó y la elaboración de un convenio que sea la semilla de la transformación), todo por el mismo precio. ¿Entonces ya estás pensando en mediar en vez de demandar? Acércate a un Centro de Mediación o facilitador, ya sea público o privado. Atrévete a resolver tus propios conflictos y no ponerlos en manos de terceros, que sólo verán una parte de la situación, que es la jurídica, y que seguramente sacarán una sentencia que sólo le guste al proyectista que la elaboró, ya que la mayoría de las veces ambas personas no quedan conformes, ya que la persona, como lo es el juez, determinó una situación que no llevó a tu satisfacción, sino a lo que consideró que decía la legislación. Espero te sea de ayuda la presente columna. Hablando de ayuda, agradezco a mi querido y amado Gugushu por revisar la columna y aconsejarme cómo se entiende mejor.