La autenticidad en política

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Publicado en Opinión

La autenticidad en política

Jueves, 05 Mayo 2022 03:05 Escrito por 
Juan Carlos Núñez Armas Juan Carlos Núñez Armas Palabras al viento

Los tiempos en la sucesión por la gubernatura del Estado se aceleran día con día y los actores políticos se aprestan a hacer presencia en el espacio público con los medios que tienen a su alcance.  Pepe Couttolenc, quien dirige el Partido Verde en la entidad, llena el Teatro Morelos. Los aspirantes del PRI rompen los esquemas tradicionales que veíamos en el pasado y manifiestan abiertamente su intención de contender: Ernesto Némer, Alejandra del Moral, Elías Rescala y Ana Lilia Herrera destacan de entre todos.  Por su parte el PAN, con inicio del “Sistema PAN” y la presencia del dirigente Marco Cortés da el visto bueno a Enrique Vargas. Finalmente, en Morena la competencia se cierra entre Higinio Martínez, Horacio Duarte y Delfina Gómez quienes también incrementan su activismo, aunque en este último caso la decisión de la candidatura estará en el dedito del presidente.

Los electores, como al inicio de cada proceso, permanecen expectantes de las expresiones políticas y desconfiados.  Hay un tema que considero será decisivo para motivar a los ciudadanos a participar: la autenticidad. Tema fundamental porque los electores reconocen rápidamente lo verdadero, que premian, mientras penalizan la mentira y la impostura.  Aunque, no olvidemos que estamos en la era de la posverdad, esa información en que los datos objetivos tienen menos importancia para el público que las opiniones y emociones que suscita, que ha ganado terreno porque hay quienes están dispuestas/os a creer la mentira.  Ese es el gran riesgo, que prevalezca la mentira.

Para el maestro Antoni Gutiérrez Rubí la autenticidad es un valor político extraordinario, quizá uno de los más relevantes. Ser auténtico es ser lo que parece o se dice ser. Cita el autor a Simon Lübke sobre este concepto “…la autenticidad implica un compromiso firme con los propios principios, sean correctos o incorrectos”.  Por su parte, el sociólogo Gilles Lipovetsky dice que la autenticidad es el proceso constante de trabajo y esfuerzo, no es hacer lo que uno quiere -o mostrarse como es-, sino llegar hasta donde se debe.  

Imelda Rodríguez Escanciano, en su libro Imagen política. Modelo y método, afirma que la imagen pública es también la estética, una categoría superior con tres valores que transforman la confianza en credibilidad: la pasión, la compasión y la fascinación.  Así un candidato o figura política que transmite emociones hace una conexión profunda con la realidad del individuo y, como dice Nietzsche, “no se trata de emocionar para confundir, sino de emocionar para ganar confianza”. Hasta aquí es claro que en la actualidad la imagen política está fundamentada en buscar nuevas formas de atracción.  Esta autora cita a Frank Luntz “…lo más importante no es lo que se dice, sino lo que la gente entiende”. Los discursos artificiales matan a los candidatos y más cuando sus palabras contradicen a sus hechos. 

Hoy las/os suspirantes por la candidatura a gobernador necesitan saciar el hambre de ideas con conceptos que alimenten a las/os votantes. Necesitan darles tranquilidad con honestidad. La falsedad, ausencia de verdad o afirmaciones reiteradas sin sustento minan paulatinamente la confianza de los electores y es muy complejo recuperar la credibilidad perdida.  Así, la autenticidad es la bandera del poder político en los tiempos que estamos viviendo. En esta era que exige emociones y hechos, las/os suspirantes tendrán que ser verdaderos vendedores de confianza y, justamente, la autenticidad les dará el impulso necesario.  

¿A cuántas/os suspirantes ha escuchado directamente? De manera presencial o leyendo sus redes sociales. ¿Le han parecido realistas sus expresiones y le han emocionado? Porque, de ser así tal, vez se esté identificando con un potencial candidata o candidato.  Quevedo aseveraba que las grandes figuras preparadas para el poder no se centran en la promesa, sino en el valor de sus hechos. Amigas/os lectoras/es les invito a conocer los antecedentes de cada suspirante, si sabemos cuál es su origen, su trayectoria, las acciones en su carrera política, vamos los hechos que les han forjado, podemos anticipar como será su probable candidatura y por ende su hipotético gobierno.

El gran reto de las/os ciudadanas/os es encontrar al política/o que sea capaz de atraernos, de encontrar la lideresa o el líder que promueva la verdad, que sonría con sinceridad, que esté dispuesta/o a resolver, incluso que se enfade, pero con autenticidad.  No se dejen llevar por las campañas de expertos mercadólogos, que le presenten a supercandidatas/os. Si queremos evitar malos gobernantes es el momento de enterarnos de cómo han sido a lo largo de los años quienes suspiran por el cargo.  Busquemos las evidencias y enfrentemos la realidad, contrastemos el discurso lleno de virtudes con los efectos de las decisiones tomadas en su ejercicio político. Dejemos claro a las/os suspirantes que las/os buenas/os ciudadanas/os se informan por sí mismas/os y opinan con datos reales y percepciones propias.  Hagámosles saber que los estamos vigilando, que sabemos sobre sus virtudes (si las tienen) y que conocemos sus defectos (que suelen dejar honda huella), que no nos meteremos en una burbuja de ilusión, que ahora buscamos la verdad.

*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.

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Juan Carlos Núñez

Palabras al viento